Apenas comenzado el otoño, las comercializadoras de gas españolas ya han contratado el doble de suministro gasístico, transportado mediante buques metaneros, que el año pasado.
Esta celeridad tiene plena justificación considerando, en primer lugar, la necesidad de asegurar el abastecimiento en un mercado sometido a fuertes tensiones. El acaparamiento que China y Japón protagonizan provoca que el volumen importado en España a través de metaneros estadounidenses baje un 50%. Pero, además, urge compensar por esta vía la incertidumbre que pesa sobre el suministro con gasoductos. No en vano el Nord Stream 2, con origen en Rusia, comienza su llenado pero puede retrasar su activación a 2022, mientras que el gasoducto del Magreb cerrará este mes.