Opinión

Odio

La realidad sobre los delitos de odio

Hasta la inclusión del delito de odio en el Código Penal uno creía que los códigos penales castigaban hechos, y el odio no es un hecho, sino un sentimiento. Pero ese delito de odio no castiga el sentimiento de odiar sino la incitación al odio. Así está especificado en el artículo 510 del Código Penal que contiene una redacción premiosa, con 76 palabras entre punto y punto. Se castiga a "quien, públicamente, fomente, promueva o incite al odio". Se cita, expresamente, "el desprecio a los miembros de una etnia, raza o nación, las personas de un sexo o de una forma de orientación sexual". No queda claro, sobre todo, por qué el odio parece circunscribirse a grupos étnicos, a las mujeres y a los homosexuales y no se entiende por qué no se incluyen otras formas de odio. Por otro lado, el odio hacia los homosexuales se tilda de "homofobia". Es un absurdo palabro, pues "homo" quiere decir "igual o semejante" y "fobia" es tanto como odio. Parece que se teme llamar a las cosas por su nombre.

Tras el falso ataque en el madrileño barrio de Malasaña denunciado por un joven homosexual se montó un debate entre quienes niegan la existencia de esos ataques y los que sistemáticamente exageran el número de dichos ataques, y yo sólo me pregunto: ¿no son delito las denuncias falsas?

En España escasean las condenas por denuncias falsas que, por otro lado, son frecuentes en varios campos. No es de esta opinión Fernando Rodríguez Rey, coordinador de todos los fiscales españoles especializados en delitos de odio. Oigámosle:

"En los delitos contra la libertad sexual y los delitos de odio es cierto que estamos encontrando hechos de especial gravedad protagonizados por jóvenes que actúan en grupo".

Y añade:

"La infradenuncia en este ámbito está constatada en toda Europa y, según la Agencia de los Derechos Humanos de la UE, está entre el 80% y el 90%"

Poco más adelante y dentro de la misma entrevista nos informa de que "no manejamos datos de denuncias falsas". Pues no estaría mal que estas falsedades se detectaran y persiguieran.

Este fiscal cree que los delitos de odio son crecientes y lo atribuye a que "nuestra sociedad es cada vez más compleja y diversa: hay más población migrante, de orígenes dispares, con rasgos faciales distintos; las orientaciones sexuales son diversas, hay personas que cambian su identidad de género… Y una parte de la población, yo creo que minoritaria, percibe ese mundo cambiante como una amenaza".

Es posible que tenga razón, pero que yo sepa no existe ningún trabajo socio estadístico que avale su hipótesis.

Por otro lado, cuando se habla de delitos de odio nadie incluye el odio político, tan frecuente en las regiones españolas donde impera esa infección llamada nacionalismo. ¿La persecución a los afiliados al PP o a Vox en el País Vasco no destila odio? Amando de Miguel escribió a propósito de esto la semana pasada que "en la España actual se manifiestan continuas expresiones de odio colectivo; por ejemplo, de los indepes catalanistas contra el resto de los españoles, incluidos los que residen en Cataluña".

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky