
Desde hace un tiempo se viene hablando del desplazamiento del eje geopolítico y económico en el mundo hacia el continente asiático y, quizás, el hecho que mejor pueda ejemplificar y dar soporte a esta profunda transformación de relaciones y fuerzas en el globo sea el acuerdo que el pasado noviembre, tras ocho largos años de negociaciones, firmaban quince países de Asia y Oceanía, concretamente ASEAN, Australia, China, Corea del sur, Japón y Nueva Zelanda.
Este acuerdo ha convertido a esa Asociación Económica Integral Regional (RCEP, según sus siglas en inglés) en la mayor zona de libre comercio del planeta, tanto en extensión como en PIB y población, hasta el punto de concentrar el 30% del PIB mundial. Es evidente que el nuevo statu quo modificará las relaciones en la zona como consecuencia, principalmente, de la eliminación de barreras aduaneras a lo largo de un periodo transitorio de 20 años, rivalizando posiblemente en el futuro con la Unión Europea, que hoy en día supone un 25% de la producción mundial.
De los miembros de esta asociación económica, probablemente ASEAN concentre el mayor potencial de crecimiento de cara a los próximos años, lo que constituiría per se razón suficiente para poner a este grupo de países, integrado por Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, en el punto de mira de nuestras Administraciones y empresas.
Se trata de un área con una población total de 661 millones de personas, colocándose como el tercer territorio más poblado de Asia, por detrás de China e India. Además, se estima que, dentro de 40 años, la población total alcance los 800 millones de personas, a aspecto éste muy a tener en cuenta a la hora de valorar el dinamismo económico futuro de la región, dado que países vecinos como China no tienen ya los niveles de crecimiento que antaño tenían. Además, representa un PIB combinado de alrededor de 3,8 billones de dólares, lo que, de ser un país, le situaría en el noveno puesto mundial en términos económicos.
Algunos países de nuestro entorno, como Alemania, Francia o Países Bajos, parecen tenerlo claro desde hace muchos años, a tenor de la holgada posición que ocupan, tanto en volumen de flujos comerciales como de inversión directa. Lamentablemente, no es el caso de España, cuyas relaciones con la zona, aun habiendo mejorado en los últimos años, no pueden calificarse más que de insuficientes y muy reducidas en relación con su enorme potencial.
Con datos de 2019, últimos homologables a la serie histórica, dada la excepcionalidad aparejada al último ejercicio por razones de la pandemia, España exportó mercancías a ASEAN por valor de 3.800 millones de euros, lo que representa solo el 1,27% de nuestras ventas al exterior. Asimismo, si nos fijamos en la inversión extranjera directa, nuestra posición no alcanza los 100 millones de euros, apenas nada si se compara con la IED acumulada de la UE en la región, que superó en 2019 los 12.000 millones de euros, una cifra que coloca a los socios comunitarios, en su conjunto, como principales inversores extranjeros.
Y es que nuestra posición relativa en la zona también queda oscurecida si se compara con la de otros países de la Unión Europea. De hecho, ASEAN es actualmente el tercer socio comercial de la Unión Europea, por detrás de Estados Unidos y China, con un volumen de intercambio de bienes entre ambos bloques de 210.633 millones de euros.
Son tan diversas y numerosas las oportunidades económicas que se dan en los países ASEAN que, un impulso de nuestras relaciones comerciales y de nuestra presencia en esos países podría contribuir a la transformación de nuestro modelo productivo hacia segmentos de mayor valor añadido. Ahora bien, para ello se necesita, tanto por parte de la Administración como de las empresas, una política más decidida y sostenida para impulsar las relaciones económicas con la región.
A nuestro juicio, una intensificación de la presencia comercial e inversora en la zona debería pasar por una redefinición de las relaciones institucionales con los países que forman parte este "mercado común" asiático, mediante un aumento del flujo de visitas oficiales en los dos sentidos y promover una relación más continua entre la Administración española y las Administraciones de países ASEAN. A este respecto, sumar el apoyo de la Corona, que tan buen servicio ha hecho históricamente a la proyección de nuestras empresas en el exterior, constituiría una ayuda de primera magnitud.
También sería aconsejable una mayor coordinación entre las Administraciones públicas españolas, en primer lugar, dentro de la propia Administración central, pues existe la percepción en el tejido empresarial de que en ocasiones la estrategia que siguen el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Secretaría de Estado de Comercio no es coincidente.
Por lo que respecta a los instrumentos públicos de financiación, si bien es cierto que se consideran adecuados por el sector, estos podrían ser notablemente mejorados y su importe incrementado, en vista de que su volumen es considerablemente menor que el de otros países miembros de la UE. Al mismo tiempo, existe margen de mejora a la hora de agilizar y simplificar su tramitación. Un ejemplo lo tenemos en el Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM), cuyo proceso de solicitud es excesivamente largo y complejo y, su importe, proporcionalmente muy inferior al de instrumentos similares de Francia, Inglaterra o Alemania.
Otra área de mejora la encontramos en materia de información y de formación. A este respecto, las herramientas digitales deberían permitir que las Administraciones reforzaran la información que facilitan a las empresas, especialmente pymes, sobre sectores que ofrecen mejores oportunidades, y explicar la actuación en la zona que lleva adelante la Unión Europea, así como los organismos e instrumentos de ayuda existentes, incluidos los que ofrecen los organismos multilaterales que operan en la zona.
Por último, se impone la necesidad de impulsar la negociación de nuevos acuerdos comerciales o de asociación económica por parte la UE, en los que se recojan posturas favorables para los intereses de España, en paralelo a una acción de las Administraciones españolas para promover el cierre de Acuerdos de Protección Recíproca de Inversiones con los países integrantes de la ASEAN. Todo ello, unido a un esfuerzo para hacer de nuestras Embajadas y Oficinas Comerciales, agentes de producción de inteligencia económica sobre los países en los que actúan...