
Cuando el martes 23 de marzo oíamos por primera vez que el buque Ever Given había quedado atravesado bloqueando el paso en el Canal de Suez, el sector de transporte en toda Europa sabía que se vería afectado de un modo u otro. Hemos vivido una semana, informativamente hablando muy intensa, en la que hemos ido conociendo más detalles del cargamento del Ever Given, y de las rutas alternativas que algunas empresas estaban estudiando. Bordear parte de África, hasta el Cabo de Buena Esperanza, o tomar la Ruta del Ártico podía ser más eficiente que esperar a que se desbloqueara el paso por el canal.
Una vez que se ha logrado desencallar el supercarguero, la Autoridad del Canal estima que se tardarán entre tres y seis días en deshacer el atasco provocado por el incidente. De los cerca de un millón de contenedores detenidos, 65.000 llegarán a España en los próximos días, según las previsiones de Puertos del Estado.
Tecnología para evitar el desbordamiento
Para gestionar un incremento tan brusco del volumen de mercancías y poder distribuirlas de la forma más eficiente y rápida posible, es necesario recurrir a sistemas avanzados que puedan optimizar la gestión de cargas, vehículos y rutas. Siendo realistas, no es posible recuperar el tiempo perdido, pero sí evitar que al retraso provocado por el Ever Given se acumulen otros provocados por el caos, la falta de previsión o un control poco eficaz de los envíos.
La tecnología que se emplea a día de hoy para la optimización de cargas y rutas en el transporte por carretera ya ha demostrado su solvencia para absorber estos picos de demanda. Durante el confinamiento y la pandemia hemos tenido ocasión de ver cómo los sistemas basados en inteligencia artificial nos permiten resolver problemas urgentes, al encontrar el transportista idóneo para cada tipo de cliente, de mercancía y de envío.
Contar con sistemas que combinan en tiempo real las solicitudes de los clientes con la disponibilidad de los transportistas permite consolidar los envíos de manera más eficiente, y, al mismo tiempo, generar precios dinámicos para equilibrar el mercado.
Aunque, dadas las circunstancias, las empresas puedan encontrarse presionadas por los plazos de entrega y, en la necesidad de ofrecer el mejor servicio posible a sus clientes, estén dispuestas a asumir casi cualquier coste, la inteligencia artificial supone la posibilidad de dar la mejor respuesta y al mejor precio. Ningún transportista, de forma aislada, está dimensionado para absorber este incremento en el volumen de mercancía, pero de forma colectiva, sí es posible dar una respuesta sin que se disparen los gastos.
Las empresas que nunca hayan recurrido a una plataforma de inteligencia artificial para la gestión de su transporte por carretera tienen además la tranquilidad de que el servicio, no solo está garantizado, sino que cuenta con un seguimiento y rastreo continuado del envío, además de la comunicación proactiva en caso de que ocurra algún incidente.
En un momento crítico, y después del retraso sufrido, la información en tiempo real es más valiosa que nunca para que clientes y proveedores puedan recuperar, al menos la confianza. El tiempo, por desgracia, es más difícil de recuperar.