Opinión

Iglesias o el viaje a ninguna parte

El ya exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias

Éramos poco y parió Iglesias. Sólo veinticuatro horas después de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirmara la legalidad de la disolución de la Asamblea madrileña y después de que los empresarios españoles, por boca de su presidente, Antonio Garamendi, pidieran unidad, estabilidad y moderación, el ya ex vicepresidente del Gobierno se marcaba un salto mortal, tan inesperado como temerario, para disputar la presidencia de la Comunidad de Madrid a una Isabel Díaz Ayuso que no podía esperar mejor regalo ni mejor revulsivo para aglutinar el voto del centroderecha en su persona, bajo el lema "comunismo o libertad", nunca más atinado y nunca más certero.

Porque, en principio y con las necesarias reservas -que ya sabemos que las urnas las cargas el diablo- Ayuso y el PP parecen los más beneficiados por la pirueta de un Pablo Iglesias que en España y especialmente en Madrid, concita muchos más rechazos que adhesiones, que es el delegado del tirano Maduro y del chavismo, el principal aliado y apoyo de los independentistas catalanes y los filoetarras de EH Bildu, el inspirador e instigador de las expropiaciones, el defensor de los okupas y quien siempre ha trabajado desde su partido y el Gobierno en contra de Madrid y en perjuicio de los madrileños, además de ser uno de los ministros peor valorados del Gobierno junto a su consorte y estar envuelto en una serie de procesos judiciales por presunta corrupción que pueden estallarle en plena campaña electoral.

Sánchez se quita "una mosca cojonera" del Consejo de Ministros

Y junto a Díaz Ayuso, el principal entusiasmado con ese viaje de Iglesias que se presume a ninguna parte es el presidente del Gobierno y con él el resto de los españoles. Un Pedro Sánchez que se quita "una mosca cojonera" del Consejo de Ministros, en palabras de un alto responsable de la sede socialista de Ferraz, y le sustituye por la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, mucho más equilibrada, responsable e institucional. Un vicepresidente saliente que lejos de trabajar para cumplir con sus responsabilidades de gobierno se ha dedicado sólo a la propaganda y a poner palos en las ruedas de sus compañeros de Gabinete.

Pero lo que es bueno para el Gobierno resulta que no es bueno para el PSOE. Porque si a alguien puede restarle apoyos y votantes la decisión de Iglesias no es a Ayuso ni al PP, sino al PSOE, máxime si al final cuaja una candidatura unitaria con el Más Madrid de Iñigo Errejón. Claro que el PSOE ya daba por perdida la partida al ratificar como candidato a un Ángel Gabilondo, tan juicioso y competente como anodino desde el punto de vista del carisma y el encanto.

Claro que, a lo mejor esa es la razón de este salto al vacío de Iglesias, buscando la autoinmolación o el renacer de un partido, Unidas Podemos, cuesta abajo en la rodada, y al que las encuestas en Madrid le otorgan hoy un paupérrimo resultado, similar o casi a la debacle que se vaticina a Ciudadanos. El otro exponente de lo que se llamó nueva política y que ha demostrado caer en los mismos vicios y componendas de la vieja.

En principio, Ayuso y el PP parecen los más beneficiados de la pirueta del ex vicepresidente

Un Ciudadanos que de la mano de Inés Arrimadas traicionó a los catalanes no presentándose a la investidura cuando ganó las elecciones para luego abandonarles por un escaño en Madrid, que ha traicionado a sus votantes convirtiéndose en el felpudo de un Pedro Sánchez que no ha dudado en despreciarles siempre, que ha traicionado a sus socios de gobierno en Murcia, Madrid y Castilla y León para terminar convirtiéndose en el tonto útil de una trama urdida en La Moncloa , y que ha dejado al partido agonizante y con fecha de caducidad para intentar salvar su proyecto personal y el de sus allegados a cambio de un plato de lentejas. "Quién presente una moción de censura en plena segunda ola es un irresponsable y tiene un problema moral", declaraba en octubre doña Inés. Pues eso

Unidad y sensatez pedían los empresarios para combatir la pandemia, implementar las vacunas y recuperar la economía. Pero la decisión estrambótica de Iglesias viene a confirmar, una vez más, que pedir sensatez y responsabilidad a esta clase política lamentable que hoy está al frente del Gobierno y de las formaciones políticas de este país es como pedir peras al olmo. Una pura entelequia, porque como decía don Miguel de Unamuno "lo que la naturaleza no da Salamanca no lo presta".

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