
La situación económica y social que ha traído consigo el separatismo en Cataluña no necesita muchos matices: división, enfrentamiento y ruina económica que la pandemia no ha hecho sino acentuar. En estas penosas condiciones se han convocado elecciones autonómicas para el próximo domingo.
Según el CIS, el pensamiento ideológico de fondo de los catalanes ha variado bastante desde las elecciones de 2017. Así, el interés por participar en las elecciones ha pasado de estar muy o bastante interesado del 77,6% al 41,5%. Mientras que los poco o nada interesados han crecido notablemente: del 21,9% al 58,2%.
En cuanto a las preferencias por el modelo de Estado, "menos autonomía o con la autonomía actual" lo preferían en 2017 el 23,4% y hoy lo prefieren el 36,0%. Y que "se reconozca el derecho a la independencia" ha pasado del 44% al 37,3%.
Respecto al sentimiento de pertenencia, el "sentirse sólo catalán" que declaraba en 2017 el 47,0%, hoy lo declara el 37,4%, mientras que "sólo español o tan español como catalán" dice sentirse hoy el 62,5%, mientras que en 2017 se sentía así el 50,7%.
Cambios significativos que no se traducen en votos respecto a los dos bloquea (independentistas versus no independentistas), pero parece que sí se van a producir cambios. Por ejemplo, según todos los sondeos, Ciudadanos va a perder la mayor parte de los votos que le hicieron ganar las elecciones en 2017, a la vez que el PSC recuperará una parte de lo que venía perdiendo desde hace muchos años. Por otro lado, el reparto territorial de escaños favorece claramente a los "indepes", que tienen su manantial donde lo tenía el carlismo (Gerona y Lérida).
Los sondeos estrictamente electorales muestran un triple empate. El PSC ronda el 22% de los votos, pegado a ERC (20-21%) y Junts (20%). Lo que sí cambia son las tendencias: Junts sigue recortando distancia a ERC y el PSC parece aplanarse. Esos movimientos serán una clave de aquí al final, pero las principales van a ser los indecisos y la abstención.
Por otro lado, como ha explicado Kiko Llaneras,
"Un 37% de los catalanes no declara un voto decidido. El 12% sabe que no votará –en 2017 era sólo el 2%- y casi la mitad no está seguro. La abstención declarada es mayor que en las elecciones gallegas (4%) y vascas (8%) que se celebraron en julio, ya en pandemia. En esos comicios la participación rondó el 50% y bajó cuatro puntos en Galicia y nueve en Euskadi respecto a 2016".
La fidelidad del voto parece dirigida a los enemigos de la Constitución. En efecto, y siempre según las encuestas, las personas con intención de votar por Junts son las que se declaran más seguras de ir a las urnas: un 73% de los que le apoyaron en 2017 dice que irán seguro, por delante de los de la CUP (71%), ERC (65%), PSC (58%) y Ciudadanos (55%).
Según el CIS catalán, los dilemas más frecuentes son entre Junts y ERC, y entre esta última y otro partido de izquierdas.
Pero volviendo al principio, la suma de ERC, Junts, PDeCAT y CUP rondaba el 49% de votos en diciembre, y desde entonces ha retrocedido al 47%, casi la misma cifra que sumaron en 2017.