
Decía Goethe que una pregunta correctamente formulada contiene la mitad de la respuesta. La actual escalada de desempleo nos sugiere muchas preguntas, pero el modo de afrontar la solución exige que todos los que pueden contribuir a enfrentarse al problema lo hagan partiendo de una misma interpretación de este. Antes de formularnos la pregunta que estamos obligados a responder expongamos los hechos: más de doscientos mil empleos perdidos y por encima de setenta y cinco mil parados más que en diciembre.
Un dato desolador, aún más grave si consideramos que el número de cotizantes a la Seguridad Social también desciende alarmantemente. Jugando con la famosa cita de Winston Churchill: Nunca tantos dependieron tanto de tan pocos. El modelo fiscal que sostiene la economía sufre de sobrepeso y éste, hoy por hoy se sostiene en buena parte en las contribuciones de profesionales que, como resultado de la crisis de 2008, se reconvirtieron en autónomos. La máquina del Estado necesita de sus impuestos, al igual que los de las empresas que, no lo olvidemos, en nuestro país son en su mayor parte pymes. De ahí la necesidad de estrategias imaginativas y coordinadas que sumen el talento y el trabajo de nuestros dirigentes. Es por ese motivo que la formulación de la pregunta cobra tanta importancia.
¿Se trata de un problema sanitario con consecuencias económicas, o de una crisis económica que se ha visto acelerada por una pandemia? ¿Hablamos de un problema local o bien global? ¿Consideramos que todos los sectores son igualmente vulnerables, o unos más que otros? ¿Nos afecta a todos, o sólo a unos cuantos? Hemos escuchado respuestas y explicaciones desde estas y muchas otras perspectivas. Es difícil saber cuál pesa más. Voy a hacer una breve reflexión acerca de ellas…
Indudablemente es un problema sanitario sin precedentes, pero también es verdad que los efectos que estamos viendo ya se vislumbraban en el horizonte antes de la pandemia. Es cierto que nos está afectando a todos en todo el mundo y al mismo tiempo, pero también lo es que unos han sabido gestionarlo mejor que otros. Es evidente que toda la economía se ha resentido, pero también lo es que las empresas del sector servicios, sobre todo aquellas que tienen una fuerte dimensión presencial, han sufrido infinitamente más que otras que se han apalancado en la transformación digital. Los mercados financieros miran hacia ellas como su apuesta de futuro y su tabla de salvación. Llevado a nuestro país, es indiscutible que aquellas comunidades en las que el peso del turismo es mayor son las más afectadas. La cuestión de fondo ahora es decidir si vamos a aplicar los ansiados fondos de ayuda en tratar de recuperar lo existente o en reinventar el modelo e invertir en opciones de futuro. Lo primero parece lo más fácil y lo más políticamente rentable a corto plazo, pero lo segundo es lo que nos puede ofrecer una opción de futuro sostenible. Optemos por lo uno o lo otro en ambos casos deberemos asumir una nueva actitud y muchas nuevas aptitudes. Informarnos, formarnos y motivarnos para afrontar un reto sin precedentes.
Decía Churchill: "el plomo es pesado, gris y venenoso, no crean que hablo mal del plomo, me limito a definir los hechos". Este es el momento inaplazable en el que todos debemos ponernos de acuerdo en el diagnóstico, en su origen y tanto en sus posibles como reales consecuencias. Sólo así podremos coincidir en la formulación de la pregunta y con suerte, talento y agallas responder a la misma.