Transcurrida ya una semana desde que se inició oficialmente la campaña de vacunación contra el Covid en España, el balance sólo puede calificarse de preocupante.
En su mismo inicio, la llegada de los grandes lotes del fármaco de Pfizer por avión ya sufrió un retraso, pero más importantes son las demoras que muestran las autonomías en los aspectos logísticos más básicos. Cataluña, el territorio que ahora muestra el incremento de mayor intensidad en cuanto a contagios, sólo ha administrado el 13% de las dosis de las que dispone. No en vano la Generalitat inició la campaña de vacunación sin contar con un número suficiente de cámaras frigoríficas que aseguraran la correcta conservación y transporte del antídoto fabricado por Pfizer. En Madrid y Cantabria, el porcentaje de dosis inyectadas se reduce al 6% del total disponible por el "parón" que han supuesto los recientes días festivos. Sorprende que, pese a la emergencia sanitaria aún vigente, no se habilitaran equipos de guardia para que las inoculaciones no se paralizaran por completo. En paralelo, muchos territorios se han enfrentado a importantes problemas incluso para localizar a las personas pertenecientes a grupos de alto riesgo a las que había que administrar el fármaco con especial celeridad. Resulta evidente la desorganización en la que se encuentran sumidas las autonomías, en las que Sanidad no dudó en delegar por completo una operación logística tan compleja.
La lentitud en la administración de las dosis amenaza con unos efectos mucho más graves del tercer brote del Covid
El resultado no sólo es un ritmo de vacunación insuficiente. Además, en el muy corto plazo, existe el riesgo de que los efectos del tercer rebrote ya en marcha, y de las restricciones que lo acompañarán, sean muchos más severos de lo previsto.
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