
La pandemia de la COVID-19 ha cambiado nuestras vidas y nuestros hábitos de consumo. Según datos proporcionados por la consultora Kantar, durante el confinamiento los hogares han gastado un 26% más en productos de gran consumo, a la vez que han reducido de manera notable, como es lógico, el gasto en ocio y restauración. También han disminuido claramente las visitas al supermercado, aunque la cesta de la compra ha aumentado de media un 37%. El comercio electrónico se ha disparado, casi doblando su cuota, ya que los consumidores han tenido que recurrir a esta forma de compra empujados por el miedo al contagio o por la necesidad. De hecho, muchos consumidores han sido los que se han familiarizado con las compras online por primera vez en los pasados meses, pero ya son unos firmes convencidos de la comodidad y las bondades del e-commerce para la adquisición de muchos productos.
En cuanto a los productos que han consumido los ciudadanos durante estos meses, las tendencias de compra han ido cambiando. El 13 de marzo, viernes anterior a la entrada en vigor del Estado de Alarma, fue el día con mayor demanda, con un incremento del 179% en las ventas de los distribuidores. ¿Qué compramos durante esos días? Las primeras semanas el consumo se volcó en productos de higiene y de limpieza, como el papel higiénico, la lejía, los geles de alcohol y detergentes, y productos alimentarios no perecederos de primera necesidad como arroz, aceite, legumbres, pasta y conservas. Es lo que los expertos llaman la "compra búnker". Junto a estos productos, también aumentó la compra de bebidas alcohólicas, siendo la cerveza y el vino unos de los productos más adquiridos. Tras estas primeras compras de pánico, el consumo fue adaptándose a la necesidad de las familias de reorganizarse con los niños en casa y teletrabajar.
Tras las primeras semanas, surge la fiebre de la repostería en muchos hogares, o la necesidad de amasar el propio pan para no tener que salir de casa a comprarlo. La cuestión es que el consumo de levadura y harinas para hacer postres se incrementa notablemente. Además de los productos de primera necesidad, la cesta de la compra se llena de aperitivos, snacks y cervezas. Las tendencias de consumo van desplazándose hacia productos que nos hacen sentir mejor.
En paralelo a esta tendencia, se agotan las cintas de correr, los rodillos y las bicicletas estáticas, etc. Tras el miedo inicial y los caprichos posteriores para sobrellevar el encierro, los españoles vieron la necesidad de hacer ejercicio. Junto a la compra de aparatos para hacer deporte en casa, destaca el crecimiento en la venta de colchones. Efectivamente, estar más de dos meses confinados en casa ha hecho que los españoles se planteen una renovación del hogar, adquiriendo elementos fundamentales para mejorar su salud y su calidad de vida dentro de las viviendas, y los grandes protagonistas de estas compras han sido los colchones.
Las tendencias se desplazan con rapidez hacia productos que nos hacen sentir mejor
Esta tendencia se explica por varios factores. Pasar más tiempo en casa permite darse cuenta de las limitaciones de ciertos elementos del hogar: el sofá resulta menos cómodo si pasamos muchas horas en él o la velocidad de la conexión a internet resulta justa con tantos dispositivos conectados debido al teletrabajo, la conexión de los niños con sus colegios, etc. Pero ¿por qué cambiar de colchón?
Debido a la pandemia, el sueño se ha visto perjudicado por la preocupación, el estrés, la alteración de las rutinas y la falta de actividad física. A esto se suma que, durante el confinamiento, en muchas ocasiones, se ha dado un uso intensivo a los colchones, que se han utilizado no solo para dormir durante la noche sino para ver películas o series, leer o incluso teletrabajar. En este escenario, en muchos hogares, los colchones han mostrado sus limitaciones y falta de confort, y su cambio se ha convertido en una prioridad. Esto supone una transformación en la tendencia de consumo, ya que, en otros momentos, el colchón ni siquiera era uno de los principales elementos a cambiar en el hogar, muy por detrás, por ejemplo, de la televisión.
Los consumidores se han dado cuenta de la importancia del descanso en su día a día, y de lo esencial que es contar con un colchón de calidad para poder dormir bien, con las repercusiones que ello tiene en su salud y su calidad de vida. Las ventas de colchones han aumentado notablemente en las últimas semanas y la tendencia se mantiene, confirmando la justa relevancia que han adquirido las camas y los colchones en el centro de nuestros hogares y la buena salud de la industria del descanso.