
Estamos en un momento socioeconómico ignoto, pues lo que estamos viviendo no ha ocurrido jamás en los anales de la Historia. La gravedad de lo que va a producirse a nivel económico es tal que ya hay quien señala que puede ser un desastre del tamaño de el crash del 2007. Ahora bien, lo que define su diferencia es que el tiempo de originación de esa depresión económica, precisamente el corto espacio de tiempo en su creación.
Algunos sitúan en cuatro millones y medio los posibles parados que pueda crear este crash del coronavirus. Aunque hay que exponer que esas cifras recogen sólamente los trabajadores que tienen empleos de carácter temporal. Y obviamente por desgracia es previsible, lógicamente, que los desempleados van a ser también los empleados que tengan un contrato indefinido. Consecuentemente por lógica esta cifra señalada será mayor de continuar así todo, por lo que conviene tener un plan de actuación para cuando se pueda llegar a lograr acabar con el coronavirus.
Es obvio que cualquier sociedad podrá ofrecer un mayor bienestar a los individuos que la integran si existe una mayor posibilidad de crear riqueza, pues ya vemos que cuanto mejor se encuentra cualquier Sociedad resulta, de manera indudable, menos vulnerable. Y es por lo que el Gobierno tiene que ir pensando en que la reactivación de la Economía pasa indefectiblemente por esto.
Esta creación de riqueza, obviamente, se encuentra fundamentada en las empresas. Estas empresas conviene que ahora sean enclavadas en sectores industriales adecuados. Lógicamente será más conveniente que sean en los que pueda concurrir que el valor añadido sea mayor. Y por supuesto que confluya también que sean sostenibles sus pertinentes competiciones con sus competidores en los Mercados Internacionales, además de los Nacionales.
Es indiscutible que una sociedad en la que la mayoría de sus integrantes tengan un bienestar económico que les permita desarrollarse como personas será más conveniente que otra en la que la mayoría de sus integrantes se encuentren en una mala situación económica. Y por lo tanto, como he venido sosteniendo, los gobiernos de cualquier índole deben implicarse directamente en la creación de empresas. Evidentemente, siempre con la condición de tener criterios empresariales. O sea, buscar una rentabilidad desde el objetivo de Eficiencia para poder competir en los Mercados tanto nacionales como internacionales. Y además siendo un competidor más en ellos. Esto es, que no tenga ninguna condición especial que pueda desfavorecer a sus competidores de capital privado.
Indefectiblemente, si se pusiera este plan de industrialización en marcha se conseguiría que existiera un mayor ingreso para el estado de manera directa e incluso indirecta. Además de que también los individuos se podrían beneficiar de esta creación de riqueza, así como también, lógicamente, la propia sociedad de la que son miembros.
Sinceramente creo que se debería explorar esta vía lo más urgentemente posible. Pues crear cualquier tipo de empresa requiere tiempo y también su adecuada implantación, lo cual hace que el beneficio que pueda llegar a ofrecer no sea inminente. Aunque el tiempo es oro, todo requiere un tiempo que es indispensable para que pueda desarrollarse pertinentemente un proyecto empresarial. Y por lo tanto es evidente que cuanto antes se inicie la empresa antes se podrán alcanzar sus logros empresariales.
No se puede no tener en cuenta que en cualquier sector industrial, da igual que la procedencia del capital sea del Estado o de otro agente económico, lo único importante es que sea posible competir de manera sostenible y obtener los beneficios oportunos que hagan viable a la empresa. Y además se debe considerar también que la iniciativa privada, en la mayoría de las ocasiones, no cubriría esas posibles necesidades de Mercado a tenor de la experiencia vivida a lo largo de la historia.