
La cumbre empresarial de CEOE dio ayer voz a los primeros ejecutivos de dos de los sectores más golpeados por la crisis: el turismo y el transporte. El denominador común de sus intervenciones fue el pesimismo. Puede sorprender esa actitud en la semana en la que tendrá lugar la apertura anticipada de fronteras.
Además, el Gobierno asegura que estas actividades tendrán primacía en el último tramo del programa de avales públicos que se libera en los próximos días. Sin embargo, cabe hacer importantes objeciones a ambas medidas. Aunque el restablecimiento del tráfico internacional se adelante una semana, todavía acumula un retraso de cerca de un mes respecto a rivales turísticos de la talla de Italia. Más importante aún es el hecho de que la reapertura se acomete de modo "desordenado", en palabras del presidente de Iberia, Luis Gallego, y sin coordinación a escala europea. La ausencia de controles unificados en origen y destino amenaza con disuadir a los viajeros y, lo que es aún peor, provocar rebrotes del virus. En cuanto a las ayudas, más de tres meses después de declararse el estado de alarma España no cuenta con ningún plan específico para sectores, como las aerolíneas y los hoteles cuya parálisis fue total. Además, la cuantía de los recursos movilizados es la menor de todos los países europeos comparables. No se trata de recurrir a subvenciones a fondo perdido ni, muchos menos, nacionalizaciones.
España está a la cola de Europa en cuanto a los recursos movilizados para apoyar a un sector clave para el PIB
Pero otros Estados han sido mucho ambiciosos en la liberación de créditos blandos, moratorias fiscales e incluso bonos para incentivar el consumo interno que una potencia turística como nuestro país. El motor del 12% del PIB español afronta así la temporada estival más dura de su historia sumido en incertidumbres.