
La banca fue uno de los primeros sectores europeos en reaccionar ante la crisis. Ya en marzo, el BCE revisó sus directrices sobre el pago de dividendos e instó a suspender los pagos con cargo a 2020. Ahora, es posible que la suspensión se prolongue a 2021.
Sin duda, supone un varapalo para sus accionistas, máxime cuando algunas grandes entidades confiaban en revisar su política de dividendos ya en octubre. Sin embargo, la prudencia del BCE es comprensible. El hecho de que la pandemia retroceda en Europa no implica el fin de la crisis. La mayor recesión desde los años 40 recorre el Viejo Continente, lo que amenaza con multiplicar los niveles de impago de créditos. Los bancos tienen que prepararse ante un escenario tan crítico.