
El Gobierno sigue empeñado en gestionar la epidemia de coronavirus como en la Edad Media. Al frente no ha estado un científico, sino un funcionario-político que, transportado a la actualidad desde el medievo y reo de sus propios errores, ha dado la receta de parar el país para que le diera tiempo a diseñar un Excel, que es toda la aportación que ha realizado a la epidemiología moderna. El nulo diagnóstico de la evolución de la epidemia en España y la falta de criterio sobre su desarrollo, han llevado a una serie de errores en la gestión que hemos pagado y vamos a pagar todos los españoles muy caro. Se dirá que ahora es fácil decirlo, pero se supone que un experto lo es en tanto en cuanto es capaz de anticiparse al futuro y tomar decisiones inteligentes. Lo que se ha hecho en España es lo mismo que se hacía en el siglo XV y para eso no es necesario ni tener estudios. Te quedas en casa, paras el país entero, destrozas la economía para un lustro y además no evitas la muerte de casi 40.000 españoles. Eso sí, qué bonito te está quedando el Excel, aunque esté mal hecho. Y la desescalada por fases no es que sea de la Edad Media, es de la Edad de Piedra.
España será oro o plata en muertos por millón de habitantes y en caída económica
Para ese viaje no necesitamos ni Ministerio de Sanidad, sobre todo si está dirigido por un político lego en la materia, ni una Dirección de Alertas Sanitarias, que todo lo más que sabe hacer es contar muertos y mal. Y eso sí, no se puede criticar a los supuestos científicos, porque son como los alquimistas de la Edad Media, cuyo arte mágico se nos escapa al común de los mortales. Pero estamos en el siglo XXI y las gestiones se analizan por sus resultados, no por sus intenciones, y el resultado es que vamos a ser medalla de oro o plata en fallecidos por millón de habitantes en el mundo y el desplome de nuestra economía va a ser record mundial. Con ese palmarés, es obvio que tengamos que estar agradecidos al Gobierno y a unos supuestos expertos que hubieran sido bendecidos en el Renacimiento, pero que en la actualidad me temo que serán destituidos con deshonor el día que tome las riendas de este país alguien con un poco de criterio. Esa pamplina de que no se podía saber y de que otros lo han hecho mal que se la cuenten a sus fans.
Tanto el confinamiento como la desescalada han sido un desastre
Las más altas responsabilidades exigen la mayor responsabilidad y cuando las cosas salen mal no hay donde esconderse y la propaganda vale para lo que vale, para convencer a los convencidos y para llenar las videotecas y hemerotecas de mentiras que no resistirán el paso del tiempo ni el menor juicio imparcial. Hitler tenía al mejor propagandista de la época, una mezcla de Redondo y Tezanos llamado Goebels, pero en asesino, lo que ni le hizo ganar la guerra ni ser respetado por la posteridad, pues sus atrocidades no había forma de meterlas debajo de ninguna alfombra ni blanquearlas en ningún noticiario. Salvando las distancias, todos los compinches del desastre actual llevarán por siempre el estigma de su colaboracionismo. Del desprestigio no se vuelve y es extrañísimo que personas que parecían razonables sigan en un barco que se hunde y nos hunde como si estuvieran haciendo algún servicio a España, intentando convencernos de que son el dique del comunismo infantil de una facción del Gobierno que no para de decir estupideces. Donde dicen 6.000 millones, ponemos 3.000. Donde dicen impuesto a los ricos, ponemos patrimonio. Donde dicen recaudar 80.000 millones, decimos ajuste fiscal. Qué espectáculo de coalición que como al barco de Séneca nunca le soplarán vientos favorables porque no saben adónde van, ya que se conforman con estar subidos en la nave, independientemente de si esta lleva a una catarata para estrellarse en las rocas o a un remanso de aguas tranquilas. Para vomitar.
El Gobierno de la Edad Media quiere funcionar como un señor feudal todo el tiempo que pueda. Una vez que han metido a España en el desastre por su incompetencia, quieren gobernarla con una especie de despotismo sin ilustrar que asusta y que al tiempo será su tumba. El recorte de libertades no tiene justificación alguna, pues ni salva vidas ni sirve a otro propósito más que al ensayo del control social. Pero no está resultando, puesto que los ciudadanos, cada vez más, se están rebelando cacerola en mano.
Tanto el confinamiento como la desescalada se han organizado de una forma desastrosa, puesto que se podría haber hecho todo de otro modo, salvaguardando a la población vulnerable y sin condenar a todo un país al descalabro económico. Hay expertos de verdad que lo están diciendo, pero es más cómodo continuar con los dictados de los alquimistas medievales del Excel mal hecho, que nos van a devolver nuestra libertad y nuestros derechos cuando a ellos les parezca, sin criterio objetivo alguno y basándose en la afinidad o pagando el voto del Gobierno regional de turno. Rebajas no, rebajas sí. Ahora sales, ahora no. Mascarilla no, mascarilla sí. Tú te mueves, pero tú no. Un comercio pequeño abre, otro grande no. Vas a misa, pero no al cine. Estás a centímetros de un peluquero, pero no a metro y medio de un camarero. Y mientras tanto, llevan a toda España a la ruina sin haber evitado que se hayan llenado los cementerios. ¿Pero en qué quedamos, no había que manifestarse el 8-M?