Los valores turísticos de bolsa española acumularon ayer subidas de hasta el 60% (desde sus mínimos de marzo). Es una reacción lógica en unas empresas duramente castigadas, una vez que se habla de la reapertura de fronteras, y la anulación de la cuarentena forzosa que acarrea, a partir de julio.
Sin embargo, resultaría ingenuo pensar que la situación del sector está cerca de resolverse. La más reciente prueba de descoordinación en el Gobierno siembra dudas sobre el fin real de la cuarentena. Exteriores lo anunció, sin que Sanidad se pronuncie. De hecho, es aún posible que este Ministerio, caracterizado por su imprevisibilidad y los bandazos de criterio, prolongue ese aislamiento más allá de la vigencia del estado de alarma. Pero, aun cuando se confirme el final en julio, el plazo puede resultar demasiado tardío para iniciar una temporada estival en la que la competencia por los turistas será encarnizada. De nada sirve abrir las fronteras si la escasa demanda por veranear en el exterior ya fue acaparada por destinos rivales. Por ello, debe considerarse la petición del sector dirigida a anticipar la reapertura de fronteras. Idéntica importancia tiene el reiterado llamamiento de estas empresas a ser tratadas con el respeto que merece por parte del Gobierno. Las declaraciones de la ministra Díaz sobre la "anomalía insostenible" que implica la temporalidad laboral suponen otro ataque a los sectores estacionales, en la línea de los firmados por su correligionario Alberto Garzón.
El Gobierno se permite seguir haciendo de menos a una actividad indispensable para el crecimiento del conjunto del PIB
El Ejecutivo arremete contra el turismo sin ofrecer alternativas, más allá de una economía subsidiada. Sin duda caben mejoras en el actual modelo turístico, pero lo que es indiscutible es que no se puede despreciar una actividad que supone el 12% del PIB.
