Opinión

España prisionera

Europa solo dará dinero a cambio de reformas estructurales

De Nash muchos recordarán el Nobel que recibió con 75 años a toda una carrera profesional. Desde luego su Teoría del equilibrio pasará a la historia de las matemáticas y de la economía moderna como un trabajo que nunca caducará, igual que su frase lapidaria sobre el mismo " Para conseguir el mejor resultado cada miembro del grupo debe de hacer lo mejor para el mismo, y para el grupo".

Analogías de la Economía y la vida política nacional e internacional que se encuentra, al igual que Nash, con una teoría de juegos de difícil solución.

Europa recibió el pasado jueves por la noche la actualización del Programa de Estabilidad del Reino de España, un documento de 79 folios que dice contar con el aval de la AIReF que ciertamente apoya, a políticas constantes y en líneas generales, las previsiones macro del programa enviado a Bruselas pero deja muy claro que la información recibida es deficiente y únicamente avala que el escenario está entre las previsiones de los diferentes institutos que las están realizando estas semanas empeorando en las suyas propias en todos las cifras.

La orgía de gasto del Gobierno antes de las elecciones provoca que Europa no nos crea ahora

Con este escenario, que recuerdo está en el rango optimista de las previsiones del Banco de España, el programa de estabilidad marca un crecimiento del -9,2% en 2020 frente al -11,7% del que habla la AIReF y un posterior crecimiento en V asimétrica en 2021, así como un déficit del 10,3%, aunque la AIReF habla hasta de un 13,8% y un desempleo del 19%, lo que supone que España tendrá un serio problema de ingresos públicos, de recaudación de impuestos, de Seguridad Social, de empleo y de financiación. Es evidente que los más de 128.000 millones de déficit en los que prevé incurrir el Gobierno habrá que financiarlos y que se utilizará la liquidez que está otorgando el BCE. En este sentido, si bien la sentencia del Tribunal Constitucional alemán puede generar incertidumbres en algún sentido, el propio Gobierno de España plantea que no quiere financiarse solo con préstamos y propone transferencias.

Y aquí entra el equilibrio de Nash en juego. El norte de Europa no nos cree. Los países del norte no creen al gobierno de un país que comprometió un 1,3% de déficit para 2019 y sobrepasó el 2,8%, unos 18.000 millones por encima del objetivo de un gobierno que quemó sus naves para una reelección electoral en una orgía de gasto improductivo, o en una aprobación unilateral del ISD, y que nunca tuvo previsión de que igual volvería a necesitar la solidaridad del resto de países europeos en el corto plazo. El escudo Calviño y su efecto se ha diluido y nuestros socios comunitarios ya no creen sus cifras ni sus excusas.

Lo sencillo ahora es echar la culpa a Europa de todo, es considerar que "Europa nos debe" , porque siempre es más sencillo y da más réditos políticos el victimismo que practicar la disciplina presupuestaria, vilipendiada por los mismos que votaron a favor del artículo 135 de la Constitución. Ver para creer. Por el contrario, lo más complicado pasa por buscar el equilibrio, pasa por ganarse la confianza de Europa, por plantear un escenario más realista que el que se ha presentado, habida cuenta de la caída del PIB en el primer trimestre, de dejarse de soluciones populistas que asustan a Europa y apostar por la consolidación fiscal , por reformas estructurales, por adelgazar la administración y por una salida de la crisis negociada con Bruselas.

Cuando una de las partes intenta ganar a costa de la otra nunca se producirá ese equilibrio del que hablaba Nash, y nunca habrá acuerdo. Volveremos a ir a los Consejos Europeos a pedir que se habiliten instrumentos como la deuda perpetua que no está permitida por el BCE o solicitaremos que directamente se subvencione a la economía española sin condiciones, ahorrándose el paso por alguno de los mecanismos del MEDE, sin condicionalidad por tanto y sin tener que pasar por el aro de unas medidas impopulares. En resumen, queremos cuadrar el círculo, pero que todos lo vean rodar… y se antoja difícil. Se antoja imposible.

El equilibrio traería una ecuación en la que si España gana, si España sale pronto de esta crisis y despega y vuelve a liderar el crecimiento de los países europeos, ellos ganarán de manera generalizada, por cuanto si la cuarta economía de la zona euro va bien, eso favorece a todos para volver a ser el motor global de crecimiento. Pero en esa misma ecuación está una Europa que se ha dotado de instrumentos durante estos años para poder solucionar nuevas crisis y a la que no le interesa pasar por encima de ellos para hacer un traje a medida de Sánchez.

El que rompa la baraja a su favor, el que intente ganar a costa del otro hará que pierdan los dos, que lo hagamos todos, hará que el dilema del prisionero que se basa en los equilibrios de Nash funcionen, esto es, que ambos opten por la mejor opción para ellos mismos consiguiendo una solución final que no es óptima para ninguno.

España no puede permitirse una salida en falso de esta crisis, pero Europa no va a comprar recetas socialcomunistas que ya se ha demostrado en otros países el riesgo que supusieron para la propia zona euro. Y eso no lo van a arriesgar nuestros socios de nuevo. Miremos a Europa con lealtad, no le hagamos culpables de nuestros problemas porque ellos tienen la llave de la solución, huyamos de abyectas estrategias de la izquierda más radical que criminaliza a nuestros socios y hagamos nuestra parte de los deberes. Planteemos escenarios plausibles y hojas de ruta que no pasen solo por incrementar nuestra deuda a un 113% del PIB, cantidad que será inasumible para muchas generaciones.

Tenemos la oportunidad de resultar creíbles en Europa, de alejarnos de las recetas populistas de la extrema izquierda, de dejar de comprar discursos fáciles, de ser leales y exigentes y no jugar al dilema del prisionero con nuestros socios, porque tenemos las de perder y todos perderemos.

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