
Dice el refranero que la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo. Y esa correspondencia entre el ser y el parecer es especialmente sensible en política donde los resultados de las propuestas y actuaciones depende más de la percepción de la ciudadanía que de la motivación y las convicciones de las mismas. Y eso es lo que está ocurriendo con el bandazo de Ciudadanos para apoyar la nueva prórroga del estado de alarma, que ellos creen en conciencia necesaria desde el punto de vista sanitario, pero que ha servido para apuntalar al tándem Sánchez-Iglesias en el momento más difícil y dramático de su Gobierno.
Y esta última es la imagen que ha quedado en el sentir mayoritario de las gentes, que a la postre son quienes deciden con su voto. Los ciudadanos de a pie hoy perciben mayoritariamente que Arrimadas ha perdido su virginidad política y ha vendido las libertades de los españoles y el Estado de Derecho por un plato de lentejas en forma de una vaga declaración de intenciones. Mientras sospechan que Sánchez ha utilizado a Ciudadanos como un kleenex, de usar y tirar. De hecho ni siquiera les agradeció el apoyo en el debate del Congreso.
El PP sigue marchando al paso que Sánchez marca sin convertirse en alternativa creíble
El gobierno socialpopulista "es responsable del desastre en la gestión de la pandemia y de utilizar el Estado de Alarma para perpetrar el mayor recorte de las libertades individuales desde el franquismo, y eso es incompatible con los principios del liberalismo que en Ciudadanos deberíamos defender" comentaba un destacado dirigente madrileño de la formación naranja, mientras apuntaba que "la salida de Girauta y de Carina Mejías es la extremaunción de Ciudadanos". Las encuestas realizadas en Madrid con ocasión del 2 de Mayo, que muestran como la formación naranja perdería el 72% del electorado si hubiera hoy elecciones al Ayuntamiento y más del 60% en la Comunidad, parecen darle la razón.
Los ciudadanos en la calle perciben que Arrimadas ha perdido su virginidad política y ha vendido las libertades de los españoles y el Estado de Derecho por un plato de lentejas
Y mientras Arrimadas se entregaba al doctor Trampa, Pablo Casado se queda compuesto y sin novia, agarrado a la bandera de una abstención que le condenó a la irrelevancia después de haber insinuado hasta horas antes un "no", viendo como Arrimadas se apuntaba el tanto de arrancar a Sánchez las mínimas cesiones que exigía el PP, y fracasado en su misión de unir al centroderecha, que fue el gran mérito de Aznar y la estrategia que le llevó hasta la Moncloa.
"Seguimos sin despegar. Ha sido un error anunciar el voto en contra y arrugarse", afirman voces destacadas del PP
Un Pablo Casado, que pese a realizar un discurso brillante, sigue marchando al paso que le marca Sánchez, sin proponer una alternativa sería y creíble para el electorado y, lo que es peor, con una política informativa y de comunicación estéril e incapaz de contrarrestar y anticiparse a las falacias y falsas imputaciones que le hace desde el Ejecutivo, y también en el Congreso por boca de esa poligonera del parlamentarismo que Sánchez utiliza de vocera del Grupo Socialista.
"Seguimos sin despegar. Ha sido un error anunciar el voto en contra y arrugarse después", comentaba una de las muchas voces desconcertadas y descontentas de relevantes diputados y notables del Partido Popular, para añadir que "al ingeniero que le ha diseñado esa estrategia habría que aplicarle un cese fulminante".
Casado ni ganó apoyos ni convenció a nadie, mientras el estratega de Moncloa conseguía un triunfo más al consumar la división de un centroderecha cuya unidad es el principal obstáculo para las ambiciones de su jefe de perpetuarse en la Moncloa. Como sentenciaba un veterano dirigente y ex alto cargo popular: "un líder del centroderecha que no puede unir al centroderecha, no sirve para liderar al centroderecha".
Decía la escritora y editora estadounidense Holly Black que "cambiar es lo que la gente hace cuando no les queda otra opción" y a Casado y a su equipo se les están acabando las opciones.