
Uno de los libros más conocidos y recomendables de John Kenneth Galbraith sobre los mercados se llama Breve historia de la euforia financiera. Pero solo habla de locuras al alza que acaban mal, no de excesos a la baja, ni de los errores que generan. Tratando de encontrar paralelismos en la historia a lo que estamos viviendo ahora, lo primero que me viene a la cabeza es el crack del 87.
En aquella época yo era un becario que no tenía la menor idea de qué iban los mercados. El caso es que me ofrecieron trabajar en lo que todavía era un agente de cambio y bolsa -poco después se convirtieron en sociedades de valores - y mi futuro jefe me dijo que me pasara al día siguiente por la Bolsa para "ir empezando a conocer de qué va esto". Era la mañana del lunes 19 de octubre de 1987. Esa misma tarde la bolsa de Nueva York cayó un 20% en una sesión. Si una caída similar a lo largo de un par de semanas les parece dura, imagínensela en un solo día.
El coronavirus va a llevar a que Alemania suspenda su política de férrea austeridad fiscal
Cuando llegue a la Bolsa de Madrid sabía que me esperaba una buena "movida" para ser el primer día de trabajo. En realidad asistí a una auténtica sesión de locura colectiva. Y lo que he visto en los mercados estos días me recuerda mucho a aquel día.
Imagínense un mercado en el que las cosas se hacían de viva voz y con papelitos, con un volumen que ya empezaba ser muy alto comparado con épocas anteriores. Y que ese día multiplicó su volumen por 20 o 30 veces. Probablemente más. Pero con el mismo personal.
Aparte de por la violencia de la caída y la locura generalizada que reinaba, también hubo cierta similitud en los medios de comunicación. Obviamente había muchos menos y eran menos agresivos que ahora, pero si revisan ustedes las hemerotecas, en los titulares no hubo gran diferencia con los de ahora. Bueno, ahora además tenemos a las redes sociales, que no son un mal ingrediente a la hora de aportar locura colectiva.
La situación puede mejorar mucho en los mercados en cuestión de sólo dos o tres meses
En días posteriores, el sentimiento en el mercado era de auténtico estado de shock. Como yo era un "pringadillo" solo hablaba con otros aprendices como yo, que pensábamos que, visto lo visto, nuestro paso por el mundo de las finanzas iba a ser más bien breve, como consecuencia del fin definitivo de los mercados.
La cosa psicológica fue a peor cuando, para continuar con nuestra formación, nos mandaron a algunos a unas jornadas en las que se iba a tratar la situación de los mercados. Pueden imaginarse cuál era el sentimiento generalizado entre los conferenciantes y los asistentes.
Pero entre los ponentes había uno, bastante joven y formado en EEUU -lo cual entonces era raro-, una estrella incipiente en el muy incipiente universo financiero español, que había montado su propia sociedad de inversiones, muy moderna y que luego fue muy famosa. Y llegó muy lejos.
El caso es que su presentación fue realmente curiosa. De ahí que me acuerde tan bien. Primero porque fue muy corta, en un estilo muy directo y con una conclusión que para en aquel momento me resultó sorprendente. Mientras el resto de los ponentes sacaron muchos números y muchos gráficos, pero sin llegar a "mojarse" sobre lo que había que hacer, nuestro hombre vino a decir que en los mercados hay episodios de locura y que en esos casos lo que tenían que hacer los inversores era irse de vacaciones. Que ya verían cómo a la vuelta las cosas habrían cambiado mucho.
Pues aunque ahora parezca mentira, dentro de dos o tres meses las cosas podrían haber cambiado mucho en estos mercados tan convulsos que nos está tocando vivir. Para empezar, porque a lo mejor para entonces está más cerca una vacuna para el coronavirus. Aparte de lo que ha avanzado la ciencia y el dineral que hay detrás, tengan en cuenta que el mercado no va a esperar a que se venda en las farmacias. Tan pronto las pruebas funcionen en humanos en un laboratorio se descontará en bolsa.
Otra cosa que podemos encontrarnos dentro de dos o tres meses es que el mercado está inundado de liquidez, una liquidez que encima estará cobrando cupón cero o incluso pagándolo. Si ya había liquidez antes, no les quiero decir la que va a salir ahora al sistema para tratar de compensar el daño económico de la lucha contra el virus.
Otra cosa que podría ser bastante diferente dentro de un par de meses es la actitud de Alemania. Lo que no han conseguido ni su famoso instituto de sabios, ni los sindicatos, ni casi todos los partidos, ni los empresarios, ahora está a punto de conseguirlo un virus. Alemania podría suspender, al menos temporalmente, su política de férrea austeridad. Y permitir a otros gobiernos de la Eurozona saltarse los límites de déficit para compensar el daño económico de las medidas de contención del coronavirus. Y dentro de unos meses también podría ocurrir algo parecido a lo que ha ocurrido en China y en Corea y se frene la expansión del virus.
Yo no les voy a recomendar que se vayan físicamente de vacaciones porque es la mejor forma de expandir el virus. Pero a lo mejor es buena idea que se vayan "mentalmente" de vacaciones, al menos en relación con los mercados. Porque otra cosa que he aprendido en todos estos años es que tomar decisiones bajo los efectos del pánico no es una buena idea. Y que puestos a hacer algo en un mercado que ha caído un 20% o un 30% en unos días, la historia demuestra que ha sido mejor comprar que vender. Sin duda lo fue en 1987. Pero si lo de comprar les resulta demasiado duro, entonces la otra mejor opción es irse de vacaciones, insisto, virtuales.