
En pocos sitios hay tanto ruido como en los mercados financieros. Unos analistas dicen una cosa, otros la contraria. Las noticias verdaderas conviven con las falsas y los buscadores de notoriedad dan mucha "bulla". Sin olvidar los intereses comerciales, por supuesto, que también son muy ruidosos.
En los años 80, los vendedores utilizaban la ambición o incluso la avaricia como fórmula de venta, mientras que ahora los vendedores utilizan el miedo. En los 80 le decían al inversor "compra mis productos, que te voy a hacer rico". Ahora los vendedores se han apuntado al "ven conmigo, que te protejo de la crisis". Aunque no se sepa exactamente de que "crisis" hablan, pero da igual, porque nada da tanto miedo como el miedo a lo desconocido. Si a eso añadimos que a los medios de comunicación tradicionales se han unido las redes sociales a la hora de captar la atención del público, el ruido resulta ensordecedor. Y genera mucha confusión.
Afortunadamente hay un sonido que va por su propio camino y que es fácil de detectar, pues basta abstraerse de todos los demás. Un sonido neutral, sin conflicto de interés, intenciones ocultas o deseos de notoriedad. Es el sonido que nunca debe dejar de escuchar un inversor: el que emiten los propios mercados.
Los inversores ignoran el ruido mediático derivado de la crisis del coronavirus
Se parece un poco al de la música digitalizada, que se resume en ceros y unos. En el caso del mercado se resume en dos fuerzas: la oferta y la demanda. Por un lado está el sonido que emite la oferta de acciones, es decir, la gente que quiere vender. Por el otro, la gente que quiere comprar. O, mejor dicho, el volumen económico del papel o el dinero que haya en el mercado.
Cuando habla más alto el dinero, el mercado sube. Cuando habla más alto el "papel" el mercado baja. Pero esa es sólo la primera y más evidente derivada. Hay una más interesante y menos obvia, que podríamos llamar el sonido discordante entre lo que transmiten los medios, las redes y, actualmente, los vendedores de miedo y la realidad de la oferta y la demanda. Se trata de esos periodos en los que el dinero habla más alto que las malas noticias. O viceversa: cuando se oye más el ruido del papel pese a que las noticias sean excelentes.
Porque ese sonido es como un "sónar" que muestra la verdadera dirección y fortaleza - o debilidad - del mercado. Un mercado que sube pese a las malas noticias, donde pesa más el dinero que el papel pese al ruido negativo, es un mercado alcista y está fuerte, pese a lo que digan los influencers o las noticias del medio día.
Lo que está ocurriendo últimamente es un ejemplo claro. El mercado es capaz de subir pese a que los medios y las redes sociales bombardean a los inversores con noticias sobre una pandemia global por el coronavirus que, además de su efecto letal sobre la población mundial, interrumpirá por muchos años el proceso productivo global (pese a que la experiencia nos indica que casos como éste producen sólo una interrupción temporal).
Pese a todo el ruido sobre el virus asesino, que curiosamente sólo ha matado a poco más de 2.000 personas sobre una población de más de 7.000 millones, el SP 500 rompe máximos y el Stoxx 600 Europe flirtea con la ruptura de sus máximos históricos (por primera vez en 20 años). Y China, que iba a desaparecer económicamente del mapa, ha tenido una corrección que podría calificarse de relativamente leve, para lo que es la volatilidad habitual de ese mercado.
Aunque es obvio que al final habrá algún tipo de crisis financiera o recesión, porque está en la naturaleza de los mercados y de la economía, mientras tanto, aparte de escuchar a los vendedores de miedo, sería bueno escuchar al mercado. Aunque solo sea por participar en una de esas pocas épocas realmente alcistas de largo plazo que viven ocasionalmente las bolsas. Resulta descorazonador ver a tanta gente perderse uno de esos pocos periodos de varios años de duración en los que realmente se gana dinero subidos a la tendencia. A lo largo de mi vida profesional solo he vivido el que duró desde mediados de los años 80 hasta el 2000. Y sólo parcialmente, porque empecé a trabajar muy a finales de los 80. Y luego el de estos últimos años. El resto ha sido más bien un subir y bajar con grandes movimientos, pero sin una tendencia clara alcista en el largo plazo. En cuanto se empezaba ganar dinero en serio el mercado se volvía a ir abajo durante meses.
El análisis técnico es una gran herramienta para el timing de compra o venta. El otro es escuchar al mercado. Y ver si su sonido y movimientos coincide o difiere del ruido medio ambiental. Porque está muy bien escuchar a los analistas, a los influencers o a los vendedores, pero no olviden escuchar también la ley de la oferta y la demanda.