Opinión

2019: ¿el año del 'peak carbon'?

En 2018 la humanidad emiti? a la atm?sfera 33 giga toneladas de CO2

El origen de las primeras emisiones humanas de dióxido de carbono está… en la respiración. Pero esas emisiones son ridículas al lado de las producidas por los diversos procesos de combustión necesarios para producir energía. El origen último de las emisiones de dióxido de carbono es, en consecuencia, el fuego. El origen de la economía y la civilización está en el fuego. Por eso, los griegos atribuían a uno de sus grandes héroes mitológicos, el titán Prometeo la hazaña de robar el fuego a los dioses.

Pero a partir de 1950, las emisiones de CO2 se han disparado y han crecido de forma prácticamente ininterrumpida desde entonces. El dióxido de carbono no es ningún veneno y es un gas imprescindible para la vida en la Tierra. Sin embargo, alterar de forma sustancial la composición de la atmósfera tendrá efectos, nos guste o no, sobre los delicados equilibrios que han permitido el progreso humano y económico en los últimos siglos.

Aún así, según los últimos datos de emisiones globales de la Agencia Internacional de la Energía, esto podría estar cambiando. En 2018 la humanidad emitió a la atmósfera 33 giga toneladas de CO2 más que nunca en la historia. Pues bien, en 2019 con más población y con un crecimiento económico mundial del 2,8%, las emisiones globales de CO2 no se incrementaron. Este dato viene a dejar el volumen mundial de emisiones prácticamente igual que en 2018, año del record absoluto. Desde 1990 sólo en 2009 se redujeron las emisiones globales de CO2 respecto al año anterior, pero eso ocurrió en el peor año para la economía global, desde casi cualquier punto de vista, desde la Segunda Guerra Mundial.

La tendencia de aumento permanente de las emisiones podría llegar a su fin

El análisis de las grandes economías desarrolladas nos dice que esta tendencia de aumento permanente de las emisiones podría estar llegando a su fin. Los países desarrollados, es decir, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea (incluyendo todavía al Reino Unido) han reducido sus emisiones en 370 millones de toneladas en 2019, una reducción del 3,2% en un solo año. Pero, además, las economías desarrolladas crecieron un 1,7% de media, Esto supone que es factible crecer económicamente y reducir las emisiones.

Sorprendentemente, el país que más redujo sus emisiones, nada menos que 140 millones de toneladas de CO2 fueron los Estados Unidos de Donald Trump. Esta situación recuerda a la posición de algunos apologetas de la famosa curva de Laffer en relación con los impuestos: reducir los tipos impositivos siempre y en todo caso lleva a recaudar más… En este caso, parece que eliminar restricciones medioambientales reduciría las emisiones. Y aquí ni siquiera tenemos el apoyo documental de Laffer, es decir, la servilleta en la que el economista dibujó su famosa curva. En realidad, lo que estamos observando es que, a partir de cierto nivel de tecnología y crecimiento económico, los niveles de emisiones se empiezan a reducir. Ahora mismo, Estados Unidos tiene un nivel de emisiones un 20% inferior al del año 2000, momento en el que alcanzó su peak carbon, su nivel máximo de emisiones.

Pero la regulación claro que importa. El caso paradigmático es de Alemania, que redujo sus emisiones un 8% hasta un nivel de 620 millones de toneladas. Este nivel de emisiones era el mismo que tenía Alemania en los años 50, con un Producto Interior Bruto diez veces inferior. El punto clave está aquí, como en todo el mundo desarrollado, en la reducción de emisiones en la generación de electricidad. Ahora mismo en Alemania, más del 40% de la energía eléctrica procede de fuentes renovables. Esto le ha permitido a Alemania reducir drásticamente la combustión de carbón para producir electricidad como está ocurriendo en el mundo desarrollado. Pero Alemania se ha desmarcado de la tendencia mundial cerrando centrales nucleares, en lugar de incrementar su participación en el mix de generación eléctrico. La centrales contribuyen a no emitir gases contaminantes pero también presentan importantes problemas en la gestión de los residuos.

Ahora bien, esto a Alemania tampoco le ha salido gratis. Por ejemplo, Alemania se enfrenta a una demanda en el tribunal de arbitraje del CIADI (Banco Mundial) de 4.700 millones de euros de la empresa sueca Vattenfall por cerrar una central nuclear. El inevitable cambio de la estructura energética en el mundo generará, si no se modernizan los tratados internacionales, una mayor conflictividad en toda esta materia.

Mientras en el mundo desarrollado las emisiones se están reduciendo, en los demás países están aumentando. Sin embargo, ahora parece que estamos, por fin, en un punto de equilibrio, que nos ha llevado en 2019 a no tener más emisiones y esperar razonablemente que a partir de aquí se reduzcan. Aun así va a ser muy complicada la implementación práctica de la medida más importante para luchar contra el cambio climático: el mercado de emisiones de carbono. Tal como están las cosas, un diseño neutral del mercado de carbono llevaría a que los países en vías de desarrollo pagasen a los desarrollados para poder emitir CO2.

Las medidas para luchar contra el clima las soportan en mayor medida los más pobres

En general, las medidas para luchar contra la contaminación y el cambio climático tienen un problema: en casi todos los casos son regresivas, y las soportan en mayor medida los más pobres. Esto lleva a que, para que sean aceptables socialmente, especialmente en los países menos desarrollados, hay que tomar medidas compensatorias. Dado que nos encontramos ante un desafío global, las medidas globales, aunque sean insuficientes para algunos, serán normalmente preferibles a medidas exclusivamente locales.

Pero afortunadamente, parece que lo peor, el máximo de emisiones globales de CO2, el peak carbon podría haber quedado atrás. Y lo más importante, esto es compatible con el crecimiento económico y no hay que volver a la situación económica de los años 50 del siglo pasado para emitir menos, sino apostar por mejor regulación, y más investigación y desarrollo. Y sobre todo, no olvidarnos que todo esto no es gratis, sino que exige esfuerzos que deben repartirse de forma justa.

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