
A pesar de que tradicionalmente enero no es un buen mes para el empleo (fin de la campaña navideña), este año, los datos han sido peores de lo que la mayoría de los analistas pensábamos. El invierno no suele ser una buena estación para el empleo, pero, en este caso, parece que los peores augurios se confirman y que será un momento extremadamente complicado para nuestra economía y, por lo tanto, para el empleo.
El retroceso en el crecimiento del PIB, la falta de confianza de los consumidores, la falta de confianza de los empresarios en el nuevo Ejecutivo (lanzando mensajes que crean incertidumbre), ... hacen que estemos en un momento donde todos los agentes están extremando las precauciones de cara a un futuro que pinta, cuando menos, incierto.
Los mensajes del Ejecutivo crean incertidumbre y frenan las contrataciones
Nos encontramos frente al peor mes de enero para el empleo desde el año 2013. Según los datos dados por el Ministerio de Trabajo, en enero se destruyeron 244.044 empleos y además el paro subió en 90.248 personas (su mayor aumento desde el 2014), dejando el número de afiliados en 19.164 millones y el paro registrado ascendió a 3,25 millones.
Uno de los aspectos más negativos han sido los malos resultados cosechados en casi todos los sectores (excepto la construcción), siendo especialmente grave en la agricultura, donde se han perdido más de 15.000 afiliados (cuando lo normal es que la cifra se situé alrededor de los mil). Por ello, tendremos que empezar a reflexionar el impacto que está teniendo el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en algunos sectores, en algunos colectivos y en determinadas regiones.
Estamos tomando un camino, como decíamos anteriormente, realmente peligroso para la creación de empleo; por un lado, todo indica que en 2020 la ralentización del crecimiento de nuestra economía se va a agravar (de sobra es conocida la relación directa entre la creación de empleo y el crecimiento económico); y por otro lado, los mensajes lanzados por el nuevo Gobierno (debemos esperar a los hechos), crean incertidumbre, y hacen que las inversiones, las contrataciones, los nuevos proyectos, esperen a ver cómo se materializan las políticas económicas, laborales y fiscales. Por si lo anterior no fuera suficiente, tenemos encima de la mesa el impacto del SMI.
Urge continuar con reformas que favorezcan la flexibilización del mercado laboral
Con todas las incertidumbres descritas, y otras internacionales, se debería continuar con reformas del mercado de trabajo que favorezcan la flexibilidad en las contrataciones, fundamentalmente de nuestros jóvenes.
Tenemos un desempleo juvenil que supera el 33%. Sin duda, la subida del SMI no va a ayudar a su integración en el mundo laboral (no olvidemos que son el colectivo más vulnerable ante esta ralentización en las contrataciones y que en 2013, llegó a alcanzar el 55% de desempleo). Además de los jóvenes, y siguiendo por el posible impacto del SMI en las contrataciones (aparte de lo sucedido en el sector agrícola), vemos cómo Andalucía es la Comunidad Autónoma donde más bajó la afiliación a la Seguridad Social (-40.148) y dónde más subió el paro registrado, casi triplicando a la segunda que peor se comportó, que fue la Comunidad de Madrid.
Sin duda, no podemos demostrar la relación directa de la subida del SMI y los datos anteriormente descritos, pero de lo que sí estoy seguro es que cuando menos nos debe hacer pensar si vamos por el camino correcto. Sin duda, la derogación de la reforma laboral que proponía la ministra Yolanda Díaz en su investidura (matizada posteriormente) tampoco parece el camino más adecuado para que esta ralentización no se convierta en un parón.
De aquí en adelante, y siempre salvaguardando los derechos de nuestros trabajadores, se debe imponer un modelo donde las empresas se puedan plantear medidas alternativas a los despidos (reducción de jornada o de sueldo de forma unilateral), cuando los resultados empiecen a flojear y las perspectivas no sean positivas (como ya sucedió en 2008 y 2009) y la solución para asegurar la viabilidad de las empresas no pase por los despidos masivos. Aprendamos del pasado, seamos inteligentes y no volvamos a cometer los mismos errores. No es un tema de ideologías; es un tema de responsabilidad frente a los ciudadanos.