La espectacular explosión de la planta Iqoxe delató la precaria situación que muestra el sector petroquímico en Tarragona. En una emergencia de estas dimensiones se evidenciaron fallos inauditos, como el hecho de que no sonaron las alarmas de confinamiento para la población cercana y la demora en la determinación del nivel tóxico de los gases liberados.
Existen también sospechas de que la planta no contaba con el volumen de trabajadores necesario dado su nivel de producción. Pero aún más grave es el hecho de que el sector petroquímico tarraconense registró cuatro alertas en 2019. Deben exigirse responsabilidades por no tomar en serio esos avisos y permitir un deterioro que desacredita a un importante sector industrial, y generador de riqueza, y que pone vidas en riesgo.