Red Eléctrica comenzará hoy una nueva etapa tras casi un año y medio marcado por el personalismo de Jordi Sevilla en la gestión de la compañía semipública.
Tras este periodo, el balance puede calificarse de muy deficiente y solo la fortaleza de un equipo de primera como el que tiene la empresa ha permitido que las cosas no fueran a peor.
La compañía cerró la compra de Hispasat, un negocio que no tiene ninguna sinergia con los objetivos de un monopolio como el del transporte eléctrico. Sevilla tuvo que tragarse el sapo de aceptar la compra después de anunciar a los cuatro vientos que no tenía interés en la compañía.
Los palmeros habituales trataron de disfrazarlo de estrategia de negociación, pero la prueba es que no se logró ningún descuento significativo por parte de ACS y Atlantia. La situación además generó un profundo malestar en la CNMC, que una vez más veía cómo los monopolios de transporte utilizaban la sobrerretribución existente para salir fuera escapando a su control.
Sevilla renunció al blindaje en la empresa después de haber intentando un incremento de sueldo que no logró llevar a buen puerto
A lo largo de su casi año y medio en la compañía tomó decisiones de forma rápida. En las pasadas elecciones, apenas lograda la victoria socialista, Sevilla se sintió con la fuerza suficiente como para sustituir al por entonces consejero delegado, Juan Lasala, que había sido nombrado por su predecesor, José Folgado, y que no le dejaba asumir el papel protagonista al que el exministro aspiraba.
Lasala defendía su posición como primer ejecutivo de la compañía, pero con el lastre de sentirse desamparado por el primer accionista, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, que finalmente acabó aceptando el relevo del directivo.
Ahora, la situación se repite, pero el afectado es el propio Sevilla, que ha visto cómo su capacidad de influencia -de la que le gustaba presumir en sus encuentros con la prensa- se ha visto mermada y no ha sido capaz de lograr el apoyo suficiente para la reforma planteada, quizá por eso desde los ámbitos más cercanos al todavía presidente de REE se tratara ayer de recalcar la idea de que todas las decisiones de la compañía se habían tomado por el consejo. ¡Como si pudiese ser de otro modo!
Ribera quiere un control total para avanzar a toda velocidad en la transición energética y no acepta que nadie le imponga las reglas. Sevilla lo intentó exigiendo más dinero para inversiones y ahora, en plena elaboración del nuevo plan estratégico y de la planificación de redes, han sabido mostrarle el camino a la puerta a su correligionario socialista.
La huida de Sevilla fuerza a la compañía a activar su plan de contingencia. En un primer momento asumirá la dirección del consejo de administración Carmen Gómez de Barreda, la consejera coordinadora, hasta que se nombre un sustituto.
Según ha explicado la compañía, no existen plazos para nombrar al nuevo presidente, que deberá ser elegido por el consejo de administración, obviamente bajo la supervisión del Gobierno y de la Sepi.
Jordi Sevilla da así la espantada y ni siquiera ha tenido la elegancia de esperar a que encuentren un sustituto.
