
El Banco de España reclama al sector financiero una contundente mejora en su ratio de eficiencia.
Dado que es muy difícil que ese avance llegue por la vía del alza de ingresos (debido a la persistencia en mínimos de los tipos y al lento avance del negocio crediticio), es claro que el regulador anima a las entidades a acometer una nueva oleada de ajustes. El Banco de España no está lejos en este llamamiento. Conviene recordar que el presidente de la Autoridad Bancaria Europea(EBA), José Manuel Campa, también instó (tras recibir el Premio Echegaray 2019 de Editorial Ecoprensa) a las entidades del Viejo Continente a volver a tomar este camino. Está en juego la recuperación de su competitividad para no perder la carrera frente a sus competidoras estadounidenses y asiáticas.
Pese al esfuerzo acometido desde la crisis, el sector financiero está abocado a seguir recortando sus costes operativos
Este tipo de apremios pueden sorprender considerando que el sector ha protagonizado importantes ajustes de plantilla y de redes que se producen desde el comienzo de la crisis en 2009 hasta la actualidad. Ahora bien, el reto ya no consiste en sobrevivir a una desaceleración o incluso una recesión económica. Ahora, el terreno de juego financiero está en plena transformación debido al desembarco de nuevos competidores en el ámbito de la concesión de créditos o incluso en el propio de los lanzamientos de nuevos medios de pago, gracias a las criptomonedas. El panorama se complica aún más con el endurecimiento de la normativa de la actividad bancaria y, especialmente, con la ausencia de perspectivas de una próxima subida de tipos en la eurozona. Los bancos de muy gran tamaño pueden permitirse reaccionar con una mayor internacionalización. La mayor parte del sector, por el contrario, requiere de una mayor reestructuración.