Opinión

'Brexit': el periodo de transición se prorrogará

A pesar de la victoria de Johnson, las posibilidades de que el Brexit se alargue son elevadas

Tras haber obtenido una amplia mayoría en el Parlamento británico a Boris Johnson, primer ministro británico, le va a resultar más fácil aprobar el acuerdo de divorcio que negoció con la Unión Europea (UE) del pasado octubre. Su gran mayoría es una buena noticia para la dirección de la futura relación comercial con la UE. De hecho, disminuye la importancia de los partidarios más "duros" del Brexit en la elaboración de los acuerdos y aumenta la de los centristas. Incluso implica que el Brexit final sea más suave.

Ahora bien, Johnson ha prometido no extender el período de transición, durante el que todos los acuerdos comerciales actuales con la UE se mantienen, más allá de la fecha límite de diciembre de 2020. Pero dudamos de que ello sea realista, dada la enorme tarea de negociación bilateral que hay por delante. Prevemos que se extienda, es decir, que no haya una salida brusca el 1 de enero de 2021. Además, aunque el acuerdo de retirada de Johnson puede ser aprobado en el Parlamento británico, no elimina toda incertidumbre. Aunque nuestro escenario es que suavice su postura, sigue existiendo el riesgo de que Johnson continúe en la línea del Brexit duro a medida que comienzan las negociaciones sobre el futuro acuerdo comercial con la UE. Además, los resultados del Partido Nacional Escocés pueden llevar de nuevo al primer plano la independencia escocesa, quizá condicionado a que este partido gane por mayoría en las elecciones al Parlamento escocés de mayo de 2021.

Todo apunta a un recorte de los tipos de interés en marzo por parte del Banco de Inglaterra

El caso es que prevemos que a la larga la futura relación entre Reino Unido y la UE siga siendo estrecha y que, pesar de las invitaciones de Trump para un acuerdo comercial, el Reino Unido siga más alineado con la UE que con EEUU (en su caso a través de la Asociación Europea de Libre Comercio).

Por otra parte, Johnson, al enfatizar en su mensaje central "que haya Brexit" durante la campaña de las elecciones, ha devuelto el protagonismo a los planes fiscales. En contraste con una posición fiscal radicalmente laxa cuando llegó al poder el verano -en ruptura con la austeridad de su predecesora Theresa May-, ha sido más prudente últimamente. Ha cancelado una posible rebaja del impuesto de sociedades del 19 al 17 por ciento y una reducción de impuestos sobre la renta a la clase media alta -cuando se hizo cargo del partido iba a aumentar el umbral de ingresos para el tipo impositivo marginal del 40 por ciento-. Para ser justos, todavía prevé un mayor gasto en infraestructura, incluidos 100.000 millones de libras esterlinas en carreteras, ferrocarriles y defensas contra inundaciones, casi 5 por ciento del PIB. Pero el gasto en infraestructura tarda mucho tiempo en materializarse y afectar el crecimiento; siendo menos rápido que los recortes de impuestos o los aumentos de salarios para los funcionarios.

Además el retraso del Presupuesto, que tenía que haberse preparado en noviembre -con una posible relajación fiscal-, debido a elecciones anticipadas, también retrasa el impacto de la política fiscal (la próxima preparación del presupuesto está prevista para marzo).

La conclusión es que vemos a Johnson en relajación fiscal, pero sólo esperamos que esta solo añada 0,5 por ciento al PIB, teniendo en cuenta que la economía de Reino Unido crece ahora a ritmo cercano a cero (la media móvil de tres meses ha sido 0 por ciento hasta octubre). Así que mantenemos una previsión prudente para el crecimiento del PIB de Reino Unido de 0,7 por ciento en 2020, por debajo del consenso del 1 por ciento.

Al mismo tiempo estimamos un recorte de tipos de interés del Banco de Inglaterra para marzo, lo que revertiría su última subida de agosto de 2018. Pero hemos eliminado la previsión de un segundo recorte, por lo que los tipos terminarían 2020 en 0,5 por ciento en lugar del 0,25 por ciento. Nuestra convicción sigue siendo que la menor inflación y desaceleración del crecimiento provocarán la actuación del Banco de Inglaterra. A corto plazo, la institución bancaria puede esperar a ver si el resultado de las elecciones conlleva mejora de la confianza empresarial y de los consumidores y puede mantener la política sin cambios el próximo enero, pero en dicha reunión puede ya haber votos adicionales a favor de recortar los tipos de interés. Más tarde, la variable clave será el nombramiento del nuevo gobernador del Banco de Inglaterra en sucesión de Mark Carney, lo que aunque tiene menos importancia y poder simbólico que en la Reserva Federal, introduce incertidumbre.

El caso es que un recorte de tipos de interés del Banco de Inglaterra el primer trimestre debe pesar a la baja en el tipo de cambio de la libra esterlina. Aunque la política fiscal más flexible probablemente apoye la actividad económica, su impacto puede ser limitado los próximos meses, dado el retraso habitual para que tenga impacto en la economía real. Así que estimamos difícil que la libra esterlina se aprecie mucho respecto de los niveles actuales los próximos meses. Sin embargo puede subir en la segunda mitad del año, a medida que el gobierno de Johnson cambia hacia una postura más suave respecto al Brexit.

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