Opinión

Ecología: verdades del dilema del esquimal

La sociedad debe ser consciente del coste que supone la lucha contra las emisiones

Visitando una central nuclear me contaron que para entender el sector energético había que conocer el dilema del esquimal. Hace unos años en Siberia encontraron un esquimal muerto en un iglú. La autopsia determinó que había muerto por intoxicación al respirar el aire de una hoguera de carbón que había construido. El dilema al que se enfrentó era que o bien respiraba aire contaminado y moría intoxicado, o bien moría de frío. La humanidad ha ido sofisticando este dilema, pero de alguna forma, el dilema sigue existiendo. Ahora es una cuestión de coste.

La energía limpia es más cara que la energía que contamina. O si lo prefieren, consumir una energía que contamina se paga más barata porque el consumidor no paga directamente todos los costes. Incluso, y esto también ocurre, el consumidor paga un importe adicional, vía impuestos, cuando consume, por ejemplo, combustibles derivados del petróleo, y aún así, no es suficiente. Esto plantea que el desafío de la transición hacia una sociedad que emita menos gases contaminantes va a tener coste, y no es precisamente barato. Por eso hablamos de un desafío y de un dilema, y no de una oportunidad.

La transición hacia una sociedad menos contaminante tiene un alto coste

Aclaremos en primer lugar que emitir gases contaminantes no es gratis, aunque no se pague por hacerlo. Incluso, si se paga por hacerlo, siguiendo el principio de "quien contamina paga", seguimos teniendo un problema. Podemos llegar a un equilibrio en el que a la sociedad le parezca que ya ha pagado por contaminar, y cada vez lo hagamos más. Esto simplemente no es sostenible. Incluso aunque no emitamos directamente un veneno, y el CO2 no lo es, no podemos ignorar que cambiar drásticamente la composición de la atmósfera tiene efectos globales sobre casi todo. Nos enfrentamos al dilema del esquimal a escala global.

Y todo esto no es una "oportunidad" por dos razones: en primer lugar, porque no es optativo: no es sostenible emitir cada vez más. Por cierto, tampoco es sostenible eliminar el sistema de precios y costes y abandonar el capitalismo. Los países del "socialismo real" eran con mucho las sociedades más contaminantes que hemos conocido. Y la transición hacia una economía con menos emisiones tiene costes, tanto a nivel local como a nivel global.

Un ejemplo puede ilustrar a que nos enfrentamos. Evidentemente, producir electricidad, o simplemente calentarse quemando carbón tiene coste. Si suprimimos esa fuente de energía tendremos dos tipos de costes. Por una parte, los que se ganaban la vida extrayendo carbón se quedarán sin empleo. Éste es un coste local que se puede compensar. Pero independientemente de eso, hay quién quema carbón porque es la alternativa que le resulta más barata. Si se le obliga a cambiar a elegir una alternativa más cara, los que se calientan con carbón tendrán una disminución de su bienestar económico. Y esto afecta a millones de consumidores lo que hace complicadísimo compensarlos de forma efectiva. En estas condiciones existe un riesgo de que una parte de la población no acepte las medidas.

Hay que terminar con el populismo que niega los costes asociados de luchar contra el cambio climático

Esto no es algo teórico: en Chile recientemente las protestas comenzaron a raíz del incremento de los precios del transporte. O pensemos en Francia, con las violentas protestas de los "chalecos amarillos" que se iniciaron a raíz del incremento de los impuestos sobre el gasóleo. Esto ocurre en todo tipo de regímenes porque las protestas también han ocurrido cuando han disminuidos las subvenciones a los carburantes países como Irán o Venezuela.

Incluso aunque tengamos impuestos específicos, que los tenemos en casi todo el mundo, sobre el consumo de combustibles, seguimos ante un desafío particularmente complicado. España recaudó el año pasado 11.417 millones de euros del impuesto especial sobre hidrocarburos. Un 58 por ciento de este importe fue a las autonomías, que lo destinaron fundamentalmente a Sanidad, Educación y Servicios Sociales.

Si estos impuestos se suben, y no hay una alternativa real al consumo de derivados del petróleo, especialmente en el transporte, entonces recaudaremos más, y eso sí de forma regresiva e incrementando los costes de muchas empresas. Es una medida fiscal, impopular, que como casi todo tiene efectos positivos y negativos. Pero sin otra alternativa, las Administraciones recaudarían más pero esto apenas tendría efectos sobre las emisiones. Eso sí, si esto tuviese efectos sobre el consumo y la emisión de gases contaminantes, reduciéndolos, entonces no recaudaríamos más. No se puede tener todo en esta vida.

Bien, imaginemos que los coches eléctricos pasan a ser una alternativa real. En ese caso, para poder hacer efectivo un transporte con menos emisiones habrá que construir puntos de recarga eléctrica que ahora no existen. Esto no sólo tiene problemas técnicos, sino que tiene un coste presupuestario bastante evidente. Ahora bien, si lo hacemos y un porcentaje relevante de la movilidad deja de utilizar combustibles fósiles, entonces recaudaremos menos, todos los años del impuesto especial sobre hidrocarburos. Si dentro de diez años un tercio de la movilidad fuese eléctrica, el Estado y las autonomías tendrían 3.500 millones menos de euros todos los años para financiar el gasto público. Todo esto no es impagable, pero es un coste.

La única forma de que una sociedad acepte un coste es que lo conozca. Existe un populismo negacionista que considera que no existe el cambio climático. Pero existe también un populismo ecológico que considera que no existen costes asociados a cambiar el modelo energético y de transporte hacia una sociedad más limpia. Podemos creernos que todo esto no tiene coste o que sólo lo pagarán ricas y malvadas empresas contaminantes pero sería contarnos una gran mentira. Y las peores mentiras son siempre las que nos contamos a nosotros mismos. El dilema global del esquimal se puede solucionar pero como tantas otras cosas en esta vida hacerlo no sale gratis.

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