Opinión

Homenaje a la Constitución que no se debe imponer

Meritxell Batet, presidenta del Congreso de los Diputados

El primer discurso de Meritxell Batet como presidenta del Congreso de los Diputados en el Día de la Constitución lo habrán aplaudido, en el 90 por ciento de su contenido, todos los españoles que siguen creyendo que la Carta Magna está vigente y debe salvaguardarse de las andanadas que recibe a diario.

La posición institucional de la presidenta, flanqueada por el jefe del gobierno en funciones muy atento a sus palabras, no ha defraudado a quienes han asistido al acto del cuadragésimo primer cumpleaños de la Constitución en la Carrera de San Jerónimo, aunque habría soliviantado sin duda a los que han preferido no asistir a la celebración.

El problema es la credibilidad de sus palabras. Batet dijo el pasado mes de abril, en una entrevista reposada y nada improvisada en Crónica Global, que pretender imponer el marco constitucional no nos va a conducir a ninguna solución. Su solución entonces era sentarse a hablar, escuchar las razones y argumentos, y no aplicar a la fuerza la norma fundamental que ha garantizado la convivencia de los españoles en las últimas cuatro décadas.

Jamás hasta su discurso de hoy ha explicado la tercera autoridad del Estado tras el Rey y el presidente del gobierno de qué manera piensa ella que debería mantenerse vigente la principal ley del país sin necesidad de imponerla a los ciudadanos, como se "imponen" el código de la circulación o la obligatoriedad de pagar impuestos. No imponer nada podría ser el primero de los objetivos de la mesa de resolución del conflicto político, nueva denominación que el gobierno da a lo que está ocurriendo en Cataluña desde hace poco menos de diez años.

Las miradas paternalistas de Pedro Sánchez a Meritxell durante su importante alocución parecían contener el verdadero significado de las palabras institucionales que resonaban en el Salón de los Pasos Perdidos. Mientras la presidenta alababa la Constitución y su "vocación integradora", su valor como "marco normativo que es también un pacto de convivencia", el partido al que ambos pertenecen seguía preparando un pacto político con formaciones que reclaman la derogación total o parcial de la Carta Magna.

Se negocia en éstos días de cumpleaños constitucional la formación del gobierno con un partido que tiene a sus principal líder encarcelado (todavía) tras ser condenado por sedición y malversación cometidas contra el espíritu y la letra de lo que significa la Constitución. El partido ganador de las elecciones repetidas corteja en público y en privado a Esquerra Republicana, aceptando que en Cataluña lo que hay es un conflicto político, lo cual cuestiona en el mejor de los casos la labor implacable de la Justicia.

Y en medio de esta impostura de celebrar algo y buscar jugosos acuerdos con los que lo dinamitan , el presidente en funciones tranquiliza a los españoles diciéndoles que se cumplirá la ley en todo lo que se negocie con los enemigos del país que aspira a seguir presidiendo. El jefe de gobierno viéndose obligado a transmitir, fuera de nuestras fronteras y en el contexto de la cumbre de una organización internacional, el mensaje de que no cometerá ninguna ilegalidad.

Por si fuera necesario explicarlo, su mano derecha endulza tal afirmación ofreciendo a sus interlocutores independentistas  "cauces de expresión" para que no tengan que situarse fuera de la ley. Tal vez en esos nuevos cauces de expresión, en esa nueva forma de mantener vigente la Constitución sin imponerla, esté la propia voladura del texto legal por excelencia de nuestro ordenamiento jurídico.

La llave del gobierno de España, en manos de quienes no sólo quieren, si no que han intentado ya, quebrar la unidad de España. Y como invitados de excepción al banquete, con cubierto y porcelana especiales para la ocasión, la ultra izquierda que ocupará puestos destacados en el ejecutivo, que defiende el derecho de cualquier territorio español a decidir si sigue o no formando parte del país, y que acosa cada vez que tiene oportunidad al Rey y la Corona como parte de su estrategia de defensa de una república con el modelo de la que se instauró en los años 30 del siglo pasado, con los resultados de todos conocidos. Sin duda, le han dado un muy feliz aniversario a nuestra Constitución.

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