
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, trata de asegurarse el control de la patronal. Con ese objetivo, amplía las vicepresidencias que forman el Comité Ejecutivo, que pasan de cinco a 11.
Tal reestructuración ha sido criticada desde el seno de la CEOE, con toda la lógica del mundo. Para empezar, no se entiende la complicación del organigrama de la patronal que Garamendi propugna, en comparación con otras organizaciones similares. Su única razón de ser parece, por tanto, encontrarse en un interés propio de reafirmar su posición, restando poder a delegaciones como Madrid y Barcelona, y dando mayor peso a otras de mayor afinidad, como Andalucía. Pero eso puede suponer un alto lastre para la CEOE, en términos de eficiencia y costes.
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