
Los planes para lanzar la moneda de Facebook, Libra, se deshacen con la retirada de PayPal, Visa o Mastercard como posibles patrocinadores.
Esto no es sorprendente, dada la creciente conciencia de las posibles consecuencias adversas. Si ofrece anonimato a sus usuarios, Libra se convertirá en una plataforma para la evasión fiscal, el blanqueo y la financiación del terrorismo. Si, por otro lado, sus protección de la intimidad es laxa, Libra dará acceso a Facebook a datos financieros de los usuarios.
También están los peligros que Libra plantea para la estabilidad económica y financiera. Aunque estará respaldada por una cartera de "activos de baja volatilidad", cualquiera que haya vivido la crisis financiera de 2008 sabrá que la baja volatilidad depende más de estados de ánimo que de los atributos intrínsecos de un activo. Si, por ejemplo, los precios de los bonos de la cartera que respalda a Libra bajan en respuesta a una subida inesperada de los tipos de interés, esos bonos pueden resultar insuficientes para amortizar el volumen en circulación de la criptomoneda. Además, como Libra se sujeta a una cesta de varias de monedas, no habrá un banco central como prestamista de último recurso.
Libra también puede socavar la capacidad estabilizadora de las políticas monetarias y regulatorias. Si los residentes de un país abandonan su moneda nacional, las políticas de fijación de tipos de interés del banco central se verán afectadas. Para apreciar las consecuencias, uno no necesita mirar más allá de la larga e infeliz historia de dolarización financiera de Argentina.
Si se ofrece anonimato a sus usuarios, la divisa abre la puerta a la evasión fiscal
Por último, los Gobiernos que utilizan los controles para regular las fugas de capital se darán cuenta de que son más fáciles de eludir. Sus economías estarán plenamente expuestas a las debilidades de los mercados financieros mundiales.
La implementación de Libra requerirá la aprobación de los reguladores. Sus promotores, que reclaman importantes beneficios sociales, argumentan que merece ser aprobado. Libra reducirá el coste de los pagos transfronterizos. Reducirá el gasto de las remesas. Proporcionará servicios financieros a la población sin acceso a cuentas bancarias.
Aunque estos argumentos a favor de Libra no son falsos, son superfluos. El coste de los pagos transfronterizos ya está disminuyendo. Ripple, una empresa con sede en San Francisco, utiliza tecnología de distribución y una criptomoneda patentada para facilitar las transferencias entre bancos comerciales a una pequeña fracción de su coste anterior.
Debido a que Ripple coopera con bancos comerciales sujetos a reglas y otros requisitos regulatorios, su tecnología de pagos no plantea los mismos problemas que Libra. Bancos como Santander ya utilizan esta tecnología para conectar Europa con EEUU. Ahora están listos para comerciar con América Latina.
Ya existen plataformas que equiparan los servicios de esa criptomoneda
La Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), a través de la cual se realizan tradicionalmente las transferencias interbancarias, sigue su propio camino. Ha probado un sistema, SWIFT gpi Instant, para transferir fondos entre bancos de Norteamérica, Europa y Asia, y liquidar los pagos en tan sólo 13 segundos. Una vez que la Reserva Federal implemente un sistema de pago y liquidación en tiempo real las 24 horas del día en 2023 ó 2024, esta red será mejorada aún más.
Aunque el programa piloto de SWIFT no se basa en la tecnología de los gestores de distribución, que verifica las transacciones registrando sus datos en varios lugares al mismo tiempo, otras iniciativas sí lo hacen. Por ejemplo, el BCE y el Banco de Japón han estado explorando el uso de esta tecnología en los pagos nacionales y transfronterizos en su Proyecto Stella.
Además, ya se han hecho progresos considerables en la solución del problema de prestar servicios no bancarizados por cortesía de servicios basados en las telecomunicaciones como M-Pesa, que se originó en Kenya pero que ahora se utiliza desde Afganistán hasta Albania. Los usuarios sólo necesitan un teléfono móvil y un contrato con su proveedor de servicios de telecomunicaciones, ni siquiera una cuenta bancaria. Luego pueden recargar su saldo en la tienda de la esquina, protegerlo con un PIN y utilizarlo para hacer pagos a cualquier persona que tenga una cuenta.
Plataformas como M-Pesa se usan no sólo para realizar pagos, sino también para proporcionar otros servicios financieros, como los microcréditos. En otras palabras, ya superan a Libra cuando se trata de bancarizar a los no bancarizados.
Las críticas a estos servicios se centran en su coste. En los países en los que hay una empresa de telecomunicaciones dominante, puede aplicar precios elevados. Parece que aquí es donde Libra podría elevar la competencia. Pero esto no está demostrado. La realidad es que esas mismas empresas presionarán para que la moneda de Facebook no entre en el mercado.
Cuando el problema para las economías y los servicios financieros es la falta de competencia, los ciudadanos de los países en desarrollo deben recurrir a su Gobierno y a sus reguladores. El remedio para sus males no vendrá de Mark Zuckerberg.