Opinión

Teléfono rojo, Moncloa no responde

El presidente Sánchez elude responder a las llamadas de Torra

Decíamos el sábado, y corroboraban otros medios el domingo que Pedro Sánchez sólo actuaría en Cataluña en función de sus intereses electorales y si le interesa. Lo que ocurre es que, a raíz de lo sucedido en los últimos días, en Moncloa empiezan a cuestionarse cuáles son esos intereses a la vista de que les está patinando la estrategia.

Los círculos próximos al Ejecutivo no han ocultado nunca que el "plan A" del presidente en funciones era amenazar con el artículo 155 de la Constitución y la Ley de Seguridad Nacional pero sin intención de aplicarlos, esperar a que la revuelta callejera se calme por sí misma, y quedar él como paladín del ""diálogo con firmeza" y garante de la legalidad. Sólo si el asunto se desmadraba más de lo previsto activaría el "plan B", para aplicar los mecanismos constitucionales y ponerse al frente de la manifestación españolista, a sabiendas de que a Pablo Casado y a Albert Rivera no les iba a quedar otra que seguirle y respaldarle.

En Moncloa ya no descartan intervenir en Cataluña si las encuestas del 10-N siguen insistiendo en el descenso del PP y la ascensión de VOX.

Para ello contaba con la colaboración inestimable de ERC para que fueran los chicos de Junqueras quienes dieran un golpe de mano, descabalgaran al presidente de la Generalidad y forzaran la convocatoria de elecciones autonómicas. Por eso Sánchez no le coge el teléfono al patético Quim Torra y le exige renuncias imposibles para verle como la condena a los violentos, el reconocimiento a la labor de la policía y el acatamiento del orden constitucional. Claro que, como recordaba ayer el ex promotor de Ciudadanos, Arcadi Espada, ahora no le coge el teléfono pero si le recogió los votos de la moción de censura que le permitieron llegar a La Moncloa.

Sin embargo las cosas empiezan a no ser como parecían. Esquerra Republicana ha empezado a desmarcarse de la línea de moderación que se le presumía. El vicepresidente catalán, Pere Aragonés, que junto al conseller de interior Miquel Buch son los interlocutores del Gobierno, ha exigido a Sánchez que reprima la respuesta policial a las salvajadas callejeras, mientras vuelve a alinearse públicamente con los violentos y con Torra a quien secundan en el anuncio de volver a sacar las urnas para la autodeterminación.

A Sánchez empieza a fallarle la estrategia del "diálogo con firmeza" por el alineamiento de ERC con Torra y la exigencia del PP y Ciudadanos para que rompa su pacto con los independentistas.

Al mismo tiempo sorprende y disgusta en Moncloa la actitud de "apoyo crítico" de Casado y de Rivera que han pasado de asegurar el respaldo a las medidas del Ejecutivo en las reuniones de Moncloa, a denunciar la pasividad de Sánchez frente a la deriva de los acontecimientos, le urgen a poner orden ya en las calles y le exigen que rompa su paco con los independentistas en la Diputación de Barcelona y en ayuntamientos catalanes.

Y como añadido causa también desazón en el equipo de la Presidencia la influencia que todo esto está teniendo en la opinión de los electores al ver como todas las encuestas, a medida que se acerca el día de los comicios, apuestan a un descenso del PSOE, que bajaría de los 123 escaños actuales, el fuerte ascenso del Partido Popular y la ascensión de VOX, que parece el partido a quien más favorece la continuidad de los disturbios. Algo de lo que ya habían avisado desde la sede socialista de Ferraz.

De momento la idea es persistir en la firmeza dialogante y esperar, pero ya nadie entre los asesores de Moncloa descarta intervenir sobre todo si las encuestas les profundizan en la baja y la exhumación de Franco ha dejado de ser un revulsivo.

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