
De camino a Padua paramos en Bassano del Grappa y visitamos un museo dedicado a la imprenta. Museo al que entré gratis, porque soy periodista. Y soy periodista, en gran parte, gracias al periódico que Alfonso de Salas fundó en 2006.
Un periódico que me dio una oportunidad y en el que he podido crecer como profesional y persona y, además, conocer mucho mundo. elEconomista ha perdido a su presidente y fundador y nosotros hemos perdido a un hombre que sabía defender las historias, que permitía a sus periodistas abrir frentes y apoyaba a su director. A su director y a sus periodistas. Un editor. Un editor como los de antes, de los que mantiene el equilibrio, de los que encuentra la solución cuando parece que todo va a salir mal.
Aprovecho esta tribuna abierta para darle las gracias por México, por la pasión con la que defendía sus apuestas, y por este proyecto del que me ha dejado formar parte tanto tiempo (Amador G. Ayora y Rubén Esteller mediante) y que siento parte de mí.
Alfonso, te vimos el otro día en la redacción. Tenías mejor cara, pero no pude decirte nada (¿las prisas? ¿Siempre muy ocupada?) No te dije nada. Pero si hubiera sabido que era la última vez, tampoco hubiera sabido por dónde empezar. Tantas cosas, tan cercano. Siempre ahí. Gracias.