Opinión

¿Hacia la gran coalición?

El acuerdo a la alemana estará más cerca tras el 10-N

No es la primera vez que se intenta la posibilidad de un acuerdo a la alemana entre el PSOE y el PP para conseguir la necesaria estabilidad política que permita afrontar con garantías los retos internos y exteriores que nos vienen. El propio Pedro Sánchez intentó esta solución antes de renunciar a una nueva investidura y barones populares como Núñez Feijóo también la insinuaron.

Pero los amagos de entonces se tornan ahora en movimientos y fuentes de ambos partidos aseguran que el pasado mes de agosto se produjo una reunión a alto nivel entre dirigentes de las dos formaciones para explorar la viabilidad de un pacto de legislatura tras los comicios de noviembre y, cuentan, que las opciones continúan abiertas. El giro al centrismo y la moderación de Pablo Casado y el desvío de las hostilidades de Sánchez hacia Iglesias y Rivera formarían parte de esta operación.

Dirigentes del PSOE y del PP estarían explorando la posibilidad de un pacto con condiciones para facilitar la investidura y nuevos Presupuestos tras las elecciones de noviembre.

En Moncloa y en Génova son conscientes de la imposibilidad de una tercera convocatoria electoral si los resultados del 10-N repiten un dibujo parlamentario similar al que ahora ha fracasado y los socialistas son conscientes, además, de que esta ve no podrán sumar con Ciudadanos a tenor de las encuestas, y tampoco apoyarse en un Podemos al que han humillado y que también aparece como perdedor en unos sondeos que apuntan, y en esta ocasión todos arrojan resultados coincidentes, a un escenario en el que la única suma posible para una mayoría sea la del PSOE y el PP -consolidados los primeros y con fuerte crecimiento los segundos- propiciando así el resurgimiento de un bipartidismo que a ambos interesa.

A esto se une que las nubes negras que asoman en el horizonte en forma de recesión económica, Brexit, sentencia del procés, desafío independentista, y la paralización de instituciones y organismos reguladores pendientes de renovación, exigen una solución a la europea, respaldada por Europa y sin tentaciones demagógicas y populistas.

El dilema está en el cómo se concretaría el acuerdo si es que finalmente se produce, excluyendo el gobierno de coalición que aparece a priori descartado. En este punto en el PP se apuesta más por un pacto con condiciones para facilitar la investidura y aprobar nuevos Presupuestos, pero manteniéndose en el liderazgo de la oposición, vigilando al máximo el cumplimiento estricto de los compromisos asumidos por un Sánchez del que no se fían, pero al que no pueden evitar.

En Moncloa y en Génova son conscientes de la imposibilidad de una tercera convocatoria electoral si los resultados del 10-N repiten un dibujo parlamentario similar al que ahora ha fracasado.

La posibilidad de condicionar el pacto a un candidato alternativo al presidente en funciones, que también se ha planteado por los sectores más radicales del partido, está de momento desechada por el PSOE y Casado no está por la labor de presionar en este punto. Todo ello, sin que en Génova descarten del todo el "premio gordo" de una mayoría del centroderecha a la que ellos aspiran, pero en la que casi nadie cree pero que la división del voto de la izquierda por la entrada en liza de Errejón, la fuerte abstención que se adivina y el retroceso previsible de Vox y Ciudadanos pueden propiciar.

De momento los populares entran con la proyección de una veintena más de diputados de salida en el inicio de campaña y en Ferraz manejan ya más de una encuesta que les augura una pérdida de escaños. ¿Probable?, difícil, pero no imposible.

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