Opinión

La Trump(a) del G-7

El presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo de Francia, Emmanuel Macron, en el pasado G-7.

Al margen de titulares más o menos llamativos, lo más positivo que se puede decir de la cita del G-7 en Biarritz es que Macron salvó los muebles y no se consumo la división que se apuntaba en los preámbulos. El resto, de momento, sólo humo que sólo el tiempo dirá si es blanco y habemus papam, o es negro y todo sigue igual, en el mejor de los casos. La práctica ausencia, una vez más de comunicado final –"cabe en un folio" admitía el anfitrión- prueba que al final no hay resultados, sólo expectativas.

Cierto es que Donald Trump se aviene a retomar las negociaciones comerciales con China, pero de momento no ha retirado la orden a las empresas norteamericanas de que abandonen el gigante asiático –algo inadmisible en una democracia- ni su amenaza de "asfixia financiera", al tiempo que adornaba el anuncio de la vuelta a la negociación resaltando su presunta victoria en la guerra comercial. "Los aranceles les han golpeado muy duro", aseguraba.

También es humo, de momento, que el mandatario estadounidense no haya rechazado de plano un encuentro con su homólogo iraní, aunque advirtiendo de que antes de hablar Teherán tendrá que hacer concesiones. Algo que está muy en el aire puesto que desde el país de los ayatolás Rohani ya se ha anticipado a anunciar que diálogo sí pero con previa retirada de las sanciones por parte norteamericana.

Macron salvó los muebles en Biarritz pero en el resultado final de la cumbre no hay resultados, sólo expectativas

Y respecto a la renuncia de Trump a imponer aranceles a las importaciones francesas por la llamada tasa GAFA (Google, Amazon, Facebook y Appel), todo está pendiente del acuerdo en la OCDE para crear un nuevo gravamen a las tecnológicas, que va para largo y que de confirmarse sería el primer impuesto internacional de la historia y, por supuesto mucho más bajo que el 3 por ciento vigente hoy en el país galo, a mayor gloria del mandatario norteamericano.

En definitiva, expectativas envueltas en una cara aparentemente más amable de Trump parece estar motivada más por la cercanía de las elecciones presidenciales en EE UU que por un cambio estratégico real sobre su política internacional, en general, y su animadversión hacia una Unión Europea a la que sigue considerando su "enemigo". Ahí está para corroborarlo, su apoyo incondicional a un brexit duro y la promesa a Boris Johnson de un acuerdo comercial bilateral que le compense de las pérdidas de la ruptura con la UE y que repercutirá negativamente sobre las exportaciones y las empresas europeas, especialmente las alemanas, francesas, italianas y españolas.

La cara aparentemente más amable de Trump parece estar motivada más por la cercanía de las elecciones en EE UU que por un cambio estratégico en su política internacional

Y a falta de resultados tangibles quién si ha conseguido los objetivos perseguidos en la Cumbre ha sido Francia en la persona de su presidente. Un Emmanuel Macron que empieza a consolidarse como el nuevo líder de la UE -Merkel confirmó que está ya en retirada- y ha reforzado al tiempo su imagen interior, últimamente en decadencia.

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