
A finales de julio, el Instituto Nacional de Estadística informó de que el PIB avanzó un 2,3 por ciento interanual en el segundo trimestre de 2019, confirmando una evolución sólida de la economía española.
El dato iguala el PIB de Estados Unidos y excede en más del doble el de la eurozona (+1,0 por ciento). Teniendo esto en cuanta, se esperaría que la renta variable despuntara, pero eso no es lo que ha sucedido: el IBEX apenas ha avanzado este año un 8,1 por ciento hasta el mes de julio, muy por debajo de la media mundial (+20,7 por ciento) y del conjunto de Europa (+16,6 por ciento).
En EE.UU., la rentabilidad de las acciones prácticamente triplica la española. ¿A qué se deben estas diferencias? La respuesta no tiene nada que ver con la política, el populismo o el euro, sino con el momento del ciclo alcista en el que nos encontramos, que condiciona inexorablemente la orientación de los inversores. Esto tiene implicaciones importantes sobre cómo invertir ahora y durante el resto del mercado alcista.
Llevamos 10 años de mercado alcista y en sus últimas fases, los inversores suelen optar por grandes empresas con amplios ebitda (facturación menos gastos operativos). Los inversores que entran al mercado en el tramo final ya no van a la caza de oportunidades con un inmenso potencial de revalorización, sino de nombres conocidos a escala global, cuyos beneficios progresen de una manera constante y firme y que presenten márgenes holgados para financiar el crecimiento. Estas cualidades las encarnan las grades compañías tecnológicas.
El mercado español, por tanto, está en desventaja, ya que en el país hay pocas con estas características. La capitalización media en los mercados mundiales es de 144.000 millones de euros. En España la lista la lidera el Banco Santander con 63.000 millones; grande, sí, pero no enorme. A continuación se sitúan Iberdrola y Telefónica con 51.200 y 32.500 millones respectivamente. Microsoft, la gigante estadounidense del software, tiene un valor de 918.300 millones, seis veces más que las tres primeras empresas españolas juntas.
El momento del ciclo alcista por el que pasa España condiciona a los inversores
El tamaño no es la única desventaja para el mercado español. Sus principales sectores tampoco suelen destacarse en esta etapa del ciclo alcista: el sector financiero representa cerca del 30 por ciento del IBEX. Con el aplanamiento de la curva de rendimientos mundial, los tipos de interés negativos en Europa y el recurrente temor a una crisis financiera, los bancos a nivel global no han tenido el mejor resultado, lastrando los resultados de España.
El IBEX también está compuesto por una elevada participación en el sector de suministros (19,9 por ciento) y las telecomunicaciones (10,1 por ciento), muy por encima del promedio mundial con un 2,7 por ciento y un 3,3 por ciento más, respectivamente. En general, estos son títulos con rendimientos esperados inferiores o de calidades peores con tendencia a sobresalir en mercados bajistas o justo cuando estos terminan, así que no gozan de gran interés cuando los mercados alcistas tocan a su fin.
El sector industrial (11,1 por ciento del IBEX) tampoco es muy popular en este contexto: su predominante carácter cíclico lo vincula estrechamente a la evolución del PIB. Este sector tiene mejores rendimientos al comienzo de los mercados alcistas.
Exhiben ebitda ajustados, lo que no permite dar visibilidad a sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Tampoco supone un atractivo para los inversores del final de ciclo. Por su parte, las compañías sanitarias y tecnológicas con amplios ebitda escasean en España.
Las acciones de gran capitalización, calidad y crecimiento tendrán éxito tras esta fase
Si comparamos la rentabilidad de la bolsa de EE.UU. con la de Europa entre 2017 y julio del presente ejercicio, las acciones estadounidenses ganan por goleada, con alzas del 31,1 por ciento frente al 14,9 por ciento de las europeas. Gran parte de los analistas lo achacan a la desaceleración de la economía europea, al populismo o a la suma de los dos. Sin embargo, el enorme peso de las tecnológicas y, en especial, de las FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google) el mercado norteamericano está expuesto ampliamente a títulos de megacapitalización, rápido crecimiento y elevados márgenes brutos. Si descontamos las rentabilidades de los sectores tecnológico y de servicios de comunicación, los resultados serían prácticamente análogos a ambas orillas del Atlántico. Lo que nos quiere decir que son estos valores los que marcan la diferencia.
Con todo, ni el reducido tamaño ni los exiguos márgenes de las empresas españolas suponen una atasco perpetuo. A las empresas de suministros y a las de telecomunicaciones les llegará su momento, es una cuestión de predisposición. Durante los mercados bajistas, los inversores se lanzan en masa a estos sectores por sus ingresos estables, resistiendo solo los más valientes cuando se invierte la tendencia. Se da paso entonces a la búsqueda de oportunidades que puedan rebotar en sintonía con el mercado como son las acciones españolas de pequeña capitalización y cíclicas del sector industrial. A menudo se trata de empresas que habrían desaparecido si la situación hubiera sido tan mala como se temía por los inversores durante los mínimos del mercado bajista. Para estos amantes del riesgo, las compañías de amplios márgenes, megacapitalización y orientadas al crecimiento, no ofrecen demasiadas emociones y, por ello, las pequeñas de menor beneficio rebotan con fuerza.
Si miramos atrás, hasta el inicio del mercado alcista. Entre el 9 de marzo de 2009 –día en que tocaron fondo las acciones mundiales– y el final del año, la rentabilidad del IBEX repuntó un portentoso 84,1 por ciento y pulverizó la marca mundial del 52,3 por ciento (expresada en euros). En todo caso, no esperamos un mercado bajista a corto plazo, por lo que de momento no se despejará el panorama para el mercado español.
De cara al final de ciclo, las principales candidatas a brillar por encima del mercado son las acciones de gran capitalización, calidad y crecimiento. Por ello, aconsejamos que vaya a por ellas, adoptando una perspectiva internacional.