
Una Diada especialmente hostil con las empresas
A poco menos de un mes del 11 de septiembre, los círculos independentistas consideran urgente que en la Diada de 2019 "ocurra algo diferente". No sólo influye el hecho de que pronto estará lista la sentencia sobre el juicio del 1-O. Además, empieza a reconocerse en el entorno de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) que la estrategia de los últimos años, basada en hacer de las grandes manifestaciones el eje de sus actos, pierde efectividad. No en vano, aunque las movilizaciones siguen siendo nutridas, se nota un claro "estancamiento" en el número de asistentes. Por ello, se rumorea que la organización que dirige Elisenda Paluzie busca nuevas acciones y las empresas que cambiaron su domicilio social o fiscal por el 1-O ofrecen un objetivo perfecto. En una de las grandes firmas más significadas por haberse exiliado, comentan que aún no saben bien qué puede pasar. Sin embargo ya se esperan "protestas delante de las oficinas, campañas de difamación por Internet o incluso boicots de productos". "Nos tememos que este año irán más que nunca a por nosotros", lamentan.
El perfil bajo televisivo al que Podemos se aferra
Se rumorea en el mundillo televisivo que últimamente se ven en apuros para conseguir que dirigentes de Podemos de un cierto peso acudan a debatir a los platós. Podría pensarse que la dificultad se debe a la reducción de portavoces disponibles en el partido por las vacaciones. Sin embargo se comenta que existen otras razones de más calado. Al parecer en Podemos no están satisfechos con su estrategia de comunicación durante las negociaciones para la primera investidura de Pedro Sánchez. "No hemos sabido explicar bien nuestra postura y, en ocasiones, le hemos seguido el juego al PSOE", explican fuentes del partido morado. "Hay que replantearse todo el plan de acción y, hasta entonces, conviene mantener un perfil bajo", por mucho que le cueste a un partido como Podemos, que presumía de que los platós eran su hábitat natural.
Más control de Exteriores sobre sus diplomáticos
Fuentes del Gobierno aseguran que Exteriores implanta un control más estrecho de la gestión del presupuesto y de las políticas de personal de sus representantes en zonas como África. De hecho las quejas recibidas sobre el comportamiento de ciertos diplomáticos lleva al Ministerio que comanda Josep Borrell a encargar a dos funcionarios la tarea específica de supervisar la gestión de embajadas o consulados que empiezan a ser "conflictivos".