
Con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, una de las medidas que cada vez más ciudadanos están tomando de cara a extremar las precauciones contra el coronavirus es la de someterse a un test antes de juntarse con sus familares en las tradicionales (y condicionadas por la pandemia) celebraciones de las próximas semanas. Pero, ¿por qué test hay que decantarse?
Ante la confusión y la variedad de pruebas (cada una de ellas con una utilidad y contexto de utilización concretos), la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una pequeña guía en la que explica tanto las características de estos test y como las circunstancias en las que es mejor someterse a ellos.
Y la OCU lo deja claro, en caso de que el ciudadano quiera hacerse un test con la intención de saber si está infectado y ganar así algo de tranquilidad, debe decantarse preferiblemente por una prueba PCR. Al tratarse de una prueba de infección activa, consigue determinar si la persona que se hace el test tiene coronavirus en la actualidad y son los que se realizan a los pacientes que presentan síntomas.
La toma es nasofaríngea y tiene como objetivo identificar, si existe, el material genético del virus. Es la más fiable, pero presenta varios hándicaps como su alto coste (entre 115 y 180 euros), que el resultado no es instantáneo y que en ocasiones da falsos positivos si la persona aún almacena restos del virus, aunque no esté activo.
Por ello, aunque la OCU establece como prerefible la PCR, los test de antígenos son la otra alternativa para las pruebas de infección activa. Esta prueba busca las proteínas que recubren el virus y es rápida (los resultados se dan cuestión de minutos) y barata (entre 40 y 75 euros), pero puede tener una sensibilidad menor en los casos asintomáticos.
En caso de que el objetivo de la persona interesada sea saber si pasó el virus en el pasado, su prueba será la de anticuerpos. Y no hay que confundirla con los test de antígenos: el hecho de que las dos sean rápidas ha tendido a vincularlas, pero no pueden ser más diferentes. Así, la de antígenos trata de identificar un positivo y el test de anticuerpos saber si se pasó la enfermedad.
La prueba de anticuerpos no se puede usar como una alternativa a la PCR o al test de antígenos: apenas da información sobre una posible infección actual
Para ello, el test busca anticuerpos IgM (aparecen en la primera fase de la infección y duran unas dos semanas) e IgG (surgen al final de la infección y duran varios meses). La prueba es fácil, se hace mediante análisis de sangre y ahora se empiezan a ofertar en farmacias, pero no da una fotografía actual de una posible infección: un negativo no significa que no haya contagio, ya que no mide la infección del virus. La OCU, además, avisa de que si hay anticuerpos IgM pero no IgG, estamos ante un resultado incierto respecto a la posible infección, que todavía puede estar activa en nuestro organismo.
Por todo ello, la OCU pide que no se usen como sustitutos de las pruebas de infección activa, ya que puede dar una falsa sensación de seguridad que puede resultar fatal de cara a las celebraciones navideñas de las próximas semanas. Y, como siempre, precaución: incluso la confirmación de que no hay contagio no significa una barra libre. Extremar las medidas con nuestros seres queridos y respetar las directrices marcadas por el Ministerio de Sanidad siguen siendo el mejor antídoto contra el coronavirus.