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Los detectives del coronavirus: así trabajan los enfermeros rastreadores que frenarán los rebrotes tras el confinamiento

  • Ana Tabernero dirige un grupo de 16 enfermeros que frenarán los brotes en Tomelloso
  • El Hospital de Tomelloso colapsó en marzo, con un 96% de enfermos covid-19
  • Fuentes de Atención Primaria de Madrid cuestionan la eficacia del rastreo
Ana Tabernero, coordinadora del equipo de enfermeros investigadores de Tomelloso.

Exquisitas habilidades de comunicación, capacidad de sonsacar información sensible, habilidad para ganar la confianza de desconocidos, destrezas para la investigación, formación sanitaria y manejo de herramientas informáticas. Son los requisitos indispensables para ser miembro de los equipos de rastreo que buscarán el coronavirus en sus nuevas incursiones durante la desescalada. El freno efectivo a los brotes que ya se están materializando en algunos territorios con el alivio de las medidas de confinamiento dependerá de esta figura completamente desconocida e inexistente en el sistema nacional de salud de nuestro país.

A la enfermera Ana Tabernero, de 42 años, no le gusta el término 'rastreadora'. "Mejor enfermera investigadora, porque rastreamos, pero también hay que investigar", explica en una conversación con elEconomista. Desde el pasado 25 de mayo está al frente de un equipo compuesto por 16 compañeras que, desde el centro de operaciones del Hospital de Tomelloso (Ciudad Real), ostenta la misión de romper las posibles cadenas de transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 en su área, causante de más de 27.000 muertes en España.

Diez días antes, Tabernero desconocía lo que se le venía encima. Sus superiores pensaron en ella por su experiencia e interés en la investigación, una cualidad imprescindible para una labor que se ha convertido en garante de la seguridad en el proceso de desescalada. Sin más orientación que una guía de seguimiento y vigilancia proporcionada por el Ministerio de Sanidad -que le suscitó más dudas que certezas- y la ayuda de una compañera que llevaba un par de semanas de rastreo en la localidad vecina de Manzanares, esta sanitaria con 15 años de experiencia aceptó el desafío y se embarcó en la misión más relevante de su carrera hasta la fecha. 

En el área de salud de la localidad manchega fueron rápidamente reclutadas otras 16 enfermeras que se mostraron dispuestas a combatir al coronavirus desde un nuevo flanco, después de dos intensos meses de lucha en el hospital. El centro sanitario de Tomelloso quedó colapsado desde mediados de marzo, con un 96% de pacientes de covid-19 y 160 camas ocupadas frente a las 90 de capacidad normal.

Tabernero, natural de Tarazona de La Mancha (Albacete), ha sido responsable de una formación que tuvo que improvisar a marchas forzadas, para la que contó con la ayuda de David Serna, enfermero del Servicio de Medicina Preventiva del mismo hospital. "Los rastreadores tratan de detectar un núcleo, aislarlo y localizar sus contactos cercanos realizando una investigación sobre su entorno", explica a este periódico. El enfermero, que vivió los peores momentos de la emergencia sanitaria reubicado en una residencia pública de Castilla-La Mancha -"tuvimos que montar hospitales de campaña con palos de fregona", recuerda-, está desarrollando desde la última semana de abril un estudio de control y aislamiento sobre todo el personal sanitario sin síntomas del SARS-CoV-2.

Su primera aproximación a los datos refleja que hasta un 20% de los contagios se produce de modo indetectable, asintomático. Este trabajo ha sido esencial para dotar de ideas y pautas al equipo de enfermeras investigadoras. "La experiencia de David nos motivó mucho, ellos empezaron igual que nosotras ahora, muy perdidos al principio y poco a poco fueron mejorando. Su ayuda ha sido muy importante a nivel moral y anímico, más que técnico", comenta la coordinadora de las rastreadoras de Tomelloso.

Equipo de enfermeros rastreadores en el centro de operaciones del Hospital de Tomelloso.

Al abordar una figura que no existe en nuestro sistema nacional de salud, surgen las dudas sobre qué tipo de perfil debe tener el rastreador para que su trabajo sea efectivo. La faceta detectivesca resulta evidente pero la posibilidad de que individuos con formación policial se unieran a estos equipos quedó descartada desde los primeros días en los que las comunidades autónomas diseñaron el que era un requisito imprescindible para el paso de fase en la desescalada. "Tiene que tener un carácter sanitario, ser una enfermera de Atención Primaria, que conozca el entorno, que pueda trabajar con otros profesionales porque hay que hacer un trabajo en red", considera Noemí Marauri, directora de Enfermería de Atención Primaria en La Rioja y rastreadora. O mejor, investigadora. En una intervención en la Cadena SER, Marauri, que ya contaba con un equipo rodado en un territorio que constituyó uno de los primeros focos del coronavirus en España, insistió en la esencia del trabajo que realizan: "La investigación no es sobre quién te ha contagiado a ti, sino sobre a quién has podido contagiar tú". Una vez más, la idea de la protección a nivel colectivo impera como eje.

Hay que transmitir confianza, mantener las formas, tener habilidad para sacar información de una persona y que no piensen que les intentas engañar. Hay que saber ganarse la confianza de estos pacientes y llevarles adonde te interesa

Así, en el momento en el que salta un caso positivo a través de un programa telemático que vuelca datos de microbiología y de los médicos de Atención Primaria en tiempo real, las enfermeras rastreadoras comienzan su trabajo de pesquisas con una llamada al contagiado. Le ayudan, a través de un cuestionario pautado, a echar la vista 48 horas antes de que empezara con síntomas, desandando cada uno de sus pasos en busca de sus contactos con otras personas.  El cribado tiene factores clave: interesan los contactos estrechos, aquellos con los que el contagiado tuvo una interacción de al menos 15 minutos o en distancias menores de dos metros sin uso de elementos de protección como las mascarillas. Desde los entornos más obvios, como el familiar o laboral, hasta las visitas a la peluquería, tiendas o citas con amigos. Estos contactos tendrán que ser localizados para aislarlos durante 14 días en los que se realizará un seguimiento personal por la misma enfermera.

La comunicación es otra de las habilidades básicas para abordar el trabajo. "Hay que transmitir confianza, mantener las formas, tener habilidad para sacar información de una persona y que no piensen que les intentas engañar. Hay que saber ganarse la confianza de estos pacientes y llevarles adonde te interesa", enumera Ana Tabernero. La relación asistencial que se establece durante esos 14 días con los individuos aislados, a la espera de que puedan desarrollar o no síntomas, crea un vínculo estrecho con la figura del rastreador, lo que enfatiza el carácter profundamente humano del trabajo.

En el caso de que genere síntomas, las enfermeras investigadoras remiten el caso a su médico de Atención Primaria, para proceder al diagnóstico, y empieza de nuevo la cadena. "Ahí está nuestra importancia, somos nosotras las que podemos ver si se produce un rebrote en un barrio, en una población o en la provincia", esgrime la coordinadora de las investigadoras de Tomelloso.

La actividad del rastreador es la única eficaz para contener una epidemia en sus inicios, pero se cuestiona su eficacia ante un brote descontrolado que devuelva a una situación de contagios masivos

Además de romper cualquier inicio de cadena de contagios, el equipo de Tabernero se propone, inspirado por la experiencia de David Serna con el personal sanitario, la búsqueda de síntomas potencialmente desconocidos del nuevo coronavirus. Su registro y divulgación impactará positivamente en la detección precoz, especialmente en un virus caracterizado por mostrar una diversificación de síntomas que rebota sobre un gran número de órganos. De la tos, la fiebre y la dificultad para respirar de la que alertaron en Wuhan en el mes de enero, se ha pasado en las últimas semanas a una larga lista de efectos del covid-19 que incluye la pérdida del olfato y el gusto, erupciones cutáneas, conjuntivitis, diarrea, dolor de cabeza y garganta y hasta la pérdida del color en los dedos de manos y pies.

Las enfermeras que coordinan los equipos de rastreo son conscientes de que la enfermedad se encuentra en una fase favorable para desarrollar su trabajo, con pocos casos diagnosticados diariamente. Sin embargo, la entrada en las fases 1 y 2 esta semana en el conjunto de las comunidades autónomas y el alivio al confinamiento complicarán el rastreo. "La cosa se complica en la fase 1, porque los contagios se multiplican. A medida que la gente se vaya moviendo, habrá más contagios", confirma Tabernero. Desde La Rioja, su compañera Marauri pronosticaba hace unos días que pasarán a ver cada vez más casos de gente joven contagiada, lo que supondrá un nuevo nivel de dificultad a las investigadoras por tratarse de personas con mayor cantidad de contactos.

El rastreador, una figura improvisada en España

La multiplicación de los contagios será la auténtica prueba para una figura que se ha improvisado en España basándose en los países asiáticos, donde se encuentra afianzada en sus sistemas de salud pública debido a la mayor incidencia de epidemias víricas. ¿Será efectiva esta labor en nuestro país? Fuentes médicas de la Atención Primaria de la Comunidad de Madrid que prefieren mantener el anonimato analizan la medida con escepticismo y espíritu crítico a petición de elEconomista. Mientras que el rastreador es clave en el inicio de una epidemia y su actividad está legitimada como la única eficaz para contenerla por los reglamentos sanitarios internacionales, su eficacia ante un brote descontrolado que devuelva a una situación de contagios masivos resulta limitada. "Cuando hablamos de una situación epidemiológica extensa, hay que coger los casos nuevos de contagios y multiplicarlos por diez contactos. Si existen 120 casos nuevos, puedes abordarlo. Pero si te pones en un brote como los de gripe con 500 nuevos casos, no necesitas 2.000 rastreadores, necesitas muchos más", comenta, en relación al número de contratos a los que se ha comprometido la Comunidad de Madrid para armar su red de rastreo.

El propio documento marco que pauta la gestión de las pandemias de la Organización Mundial de la Salud ("Detección temprana, evaluación y respuesta ante eventos agudos de salud pública") establece la necesidad de refuerzos en los equipos de vigilancia en escenarios de brote o rebrote, pero no en fases explosivas de una epidemia.

"Ahora lo tenemos más fácil", reconoce Ana Tabernero desde el centro de operaciones de Tomelloso, "pero cuando se vayan levantando las medidas del confinamiento, se amplía el núcleo de contagios: habrá gente que empiece a viajar". "¿Y cómo lo haremos?", nos cuenta que le preguntó una de las enfermeras investigadoras de su equipo. "Pues nos lo tendrán que decir".

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