Motor

La inmensa obra civil con la que Marruecos desafía a la industria española del automóvil

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Marruecos ha dado un paso decisivo en su ambiciosa carrera por convertirse en un actor clave de la industria automovilística mundial. En apenas una década, el reino alauí ha duplicado su capacidad de producción de vehículos, alcanzando este 2025 la impresionante cifra de un millón de unidades anuales. Un salto cualitativo y cuantitativo le sitúa en la primera división mundial del sector, y que representa un serio desafío para España y el resto de Europa, especialmente en un contexto dominado por la presión china, la necesidad de reducir costes y la reconfiguración geoestratégica del comercio global.

El detonante de este crecimiento vertiginoso ha sido una combinación de decisiones políticas, inversiones millonarias y una estrategia que va mucho más allá del ensamblaje de automóviles. Marruecos ha entendido que el futuro de su economía pasa por la industrialización, y en concreto, por erigirse en una plataforma global de producción y exportación en sectores de alto valor añadido como el del automóvil.

Todo comenzó con la modernización del puerto de Tánger Med, que hoy es uno de los más eficientes del Mediterráneo. La zona anexa, conocida como Automotive City, pasó en apenas unos años de poder gestionar medio millón de coches a duplicar esa capacidad. Las sinergias entre infraestructura, incentivos fiscales y cercanía con Europa generaron un ecosistema atractivo para gigantes del motor como Renault y Stellantis.

Pero la gran novedad que amenaza con desequilibrar el tablero es la transformación del puerto de Beni Enzar, en Nador, a escasos kilómetros de Melilla. Este nuevo macroproyecto portuario, con una inversión superior a los 7.000 millones de euros, pretende convertirse en uno de los polos logísticos más potentes del planeta, con capacidad para mover millones de toneladas de mercancías al año, incluyendo automóviles, materias primas y productos energéticos.

Su puesta en funcionamiento está prevista para 2027 y, si se cumplen las previsiones, podría multiplicar la competitividad marroquí al permitir un flujo logístico constante entre África, Europa y América, gracias también a los acuerdos estratégicos con Estados Unidos, que ya ha empezado a derivar parte de su tráfico marítimo hacia estos puertos marroquíes, en detrimento de los españoles.

Un rival a 15 kilómetros de distancia

La cercanía geográfica entre los puertos de Marruecos y el litoral sur español hace que este crecimiento sea una oportunidad para la región pero también una competencia directa para la industria española. A menos de 15 kilómetros del continente europeo, Marruecos ofrece mano de obra cualificada a un coste medio de 500 euros al mes, una normativa medioambiental más laxa y una fuente abundante de energía renovable, especialmente solar. Esta combinación convierte al país en una opción atractiva para los fabricantes, muchos de los cuales están explorando la posibilidad de trasladar parte de su producción a suelo marroquí.

Además, el régimen de incentivos fiscales, la estabilidad política y la voluntad delrey Mohamed VI de liderar esta revolución industrial han generado una confianza creciente entre inversores extranjeros. Marruecos ha entendido que el automóvil no es solo una industria: es una herramienta de desarrollo nacional.

En 2020, Marruecos apenas alcanzaba a producir un cuarto de millón de vehículos cada año, de acuerdo con expertos locales consultados por elEconomista. Pero en solo cinco años, ha multiplicado por cuatro esa cifra. Si los datos de cierre de 2025 confirman lo previsto, Marruecos se unirá al grupo de los 15 mayores fabricantes del mundo, un club en el que España se encuentra actualmente en disputa con Brasil por la octava posición.

Las fábricas de Renault, en Kenitra y Casablanca, ya superaron el medio millón de vehículos producidos en 2024, mientras que Stellantis (Peugeot, Citroën, Opel, entre otras marcas) espera alcanzar el medio millón por sí sola este año. Esto sitúa a Marruecos en cifras similares a las de algunos países europeos con una larga tradición automovilística, y lo convierte en el líder indiscutible del sector en África.

España ha sido durante años uno de los motores industriales de Europa gracias a su potente sector automovilístico, pero se enfrenta ahora una competencia difícil de frenar. Las altas exigencias medioambientales, los crecientes costes laborales y la presión regulatoria de la UE contrastan con la flexibilidad y el dinamismo marroquí.

Además, la deslocalización progresiva de partes de la cadena de valor hacia Marruecos podría generar una pérdida significativa de empleo e inversión en plantas españolas, si no se toman medidas que refuercen su competitividad.

Los sindicatos y patronales de la automoción en España ya han manifestado su preocupación, mientras que el Gobierno observa con atención el avance del país vecino. Algunos expertos advierten de que no se trata solo de una cuestión de costes, sino también de una estrategia geopolítica de Marruecos para consolidarse como potencia regional y económica.

Pese al desafío, también hay quien ve en este avance una oportunidad. La proximidad, los lazos históricos y la complementariedad de ambas economías podrían derivar en modelos de colaboración industrial más integrados, siempre que exista voluntad política en ambos lados del estrecho.

No es nada probable ni tendría sentido que Marruecos dé un paso atrás. Su apuesta por la industria pesada, los grandes corredores logísticos y las energías renovables está marcando un nuevo eje de desarrollo en el norte de África, que ya está modificando el equilibrio industrial del Mediterráneo.

España puede seguir el refrán inglés: si no puedes ganarles, únete a ellos. Es de ir, nuestro país deberá decidir si compite y cómo pero tal vez pueda cooperar o invertir en Marruecos, donde, no lo olvidemos, los aranceles de Trump dan ventaja al país africano, con un "trato preferente" del 10% de aranceles frente al 15% de la UE.

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