La semana pasada, Volkswagen comunicó sus planes para cerrar fábricas en Alemania por primera vez en 87 años de historia, argumentando la necesidad imperiosa de reducir costes. La combinación entre la ralentización de la expansión del coche eléctrico, la entrada de vehículos electrificados chinos y una lenta y mal aplicada adaptación a la transición verde han empujado a la firma germana, icono del milagro económico del país tras la II Guerra Mundial, a sopesar la clausura de factorías. Aquella decisión alarmó a IG Metall, principal sindicato industrial de Alemania, quien se abrió a la posibilidad de reducir la jornada laboral para mantener el blindaje a los puestos de trabajo al que se comprometió Volkswagen en 1994, cuya vigencia finaliza en 2029. Sin embargo, la dirección de la firma ya ha comenzado a deshacer aquel histórico compromiso.
Volkswagen ha empezado a retractarse del compromiso adquirido hace tres décadas con sus trabajadores para no despedir asalariados hasta 2029. La firma alemana ha cancelado este martes varios acuerdos ligados con el célebre blindaje, indicando que la protección terminará el 30 de junio de 2025. La firma, que iniciará a partir de ahora negociaciones con los sindicatos, ha señalado haberse visto forzada a ejecutar estos cambios por los desafíos económicos actuales.
Gunnar Kilian, jefe de recursos humanos de Volkswagen, ha reconocido que esta decisión contribuye a la incertidumbre, sin embargo, ha indicado que la preocupación se puede combatirse con perspectivas de futuro. En este sentido, Kilian ha mencionado los acuerdos salariales que deberán ser pactados por la empresa y el sindicato IG Metall, quien busca mejoras como un aumento de sueldo del 7%. Además, ha reiterado la necesidad de reducir costes a un nivel competitivo que permita a la firma invertir en nuevos productos a partir de sus propios recursos.
Por su parte, Thorsten Gröger, principal negociador de IG Metall con Volkswagen, ha señalado que la organización responderá ante este desmantelamiento del blindaje de los puestos de trabajo. Según Gröger, esta protección no solo es necesaria cuando las cosas van bien, sino que, precisamente, es fundamental cuando la situación de la firma se complica. Por ello, el negociador del principal sindicato de Alemania, que aglutina a 2,2 millones de trabajadores, ha afirmado que la organización no se quedará de brazos cruzados.
Este movimiento se produce después de que la empresa afirmara que tiene uno o dos años para ajustarse a la compleja situación actual, adaptación que pasa por el cierre de factorías, según afirmó la dirección de Volkswagen frente a 20.000 asalariados en una reunión celebrada el pasado miércoles. Concretamente, la firma prevé vender alrededor de 500.000 coches menos cada año, una producción equivalente a la de dos plantas, según indicó Arno Antliz, director financiero de Volkswagen, la semana pasada. En otras palabras, actualmente, el gigante alemán cuenta con dos factorías de más, afirmando que la empresa tiene que "aumentar la productividad y reducir los costes".
Así, el inicio del desmantelamiento de la protección de los puestos de trabajo se produce días después de que IG Metall comunicara su voluntad de negociar una reducción de la jornada laboral para evitar la clausura de fábricas que planea Volkswagen. Un gesto de acercamiento que fue acompañado con una declaración de intenciones por parte de Throsten Gröger, máximo negociador del sindicato con Volkswagen, quien señaló que si la automovilística, controlada por la familia Porsche, no se aviene a una negociación constructiva, más de 500.000 trabajadores podrían participar en huelgas convocadas para finales de octubre.
En este sentido, Daniela Cavallo, presidenta del comité de empresa, ha respondido a los cambios iniciados por Volkswagen para acometer los despidos que la dirección considere precisos. Cavallo ha indicado que opondrán una "fuerte resistencia ante este histórico ataque contra nuestros trabajos". También ha vuelto a subrayar la mala gestión que, a su juicio, está ejecutando la compañía, un diagnóstico similar al realizado por Moritz Kronenberger, analista de Union Investment, quien indicó recientemente que esta búsqueda por abaratar costes es consecuencia de "las oportunidades falladas a lo largo de los años". Aquí es preciso señalar que Volkswagen participó en el escándalo del dieselgate, destapado en 2015, mediante el cual alteró los controles de los motores diésel para simular un nivel de emisiones inferior al que realmente tenían.
Por otro lado, Volkswagen ha comenzado a eliminar la protección de los puestos de trabajo hasta 2029 en una jornada en la que BMW ha comunicado fallos en los frenos de sus vehículos. Esta firma germana ha señalado que los errores han sido detectados en dispositivos suministrados por la alemana Continental, tras lo cual ambas firmas han caído en bolsa un 11,15% y un 10,51% respectivamente Estos descensos han arrastrado a todo el sector automovilístico europeo, afectando a Mercedes (-4,88%), Renault (-3,10%), Stellantis (-3,02%) y la propia Volkswagen (-3,41%).
La jornada de hoy muestra claramente que la industria automotriz europea no está pasando por su mejor momento. En un contexto inflacionario, la transición hacia los coches eléctricos se ha embarrado en el Viejo Continente, con gobiernos como el de Berlín o Estocolmo reduciendo las subvenciones para la compra de dichos vehículos. Además, las ventas de coches se encuentran por debajo de los niveles previos al COVID, y compañías como Stellantis, Renault y la propia Volkswagen están operando a pérdidas algunas de sus factorías, según datos de Just Auto citados por Bloomberg.
Así las cosas, resta saber si Volkswagen conseguirá finiquitar el blindaje a sus puestos de trabajo. La tarea no es sencilla, ya que el estado de Baja Sajonia cuenta con una participación del 11,8% de la empresa y un 20% de los derecho a voto de dicha firma. Además, dicha región está presidida por Stephan Weil, miembro del SPD de Olaf Scholz, cuyo gobierno ya ha mostrado su voluntad para intervenir en la crisis de Volkswagen. Finalmente, la cúpula de Volkswagen tendrá frente a ella a los trabajadores organizados, los cuales ya consiguieron cesar Herbert Diess, el último consejero delegado que intentó aplicar despidos en la firma.