
Los planes de Volkswagen para cerrar fábricas en Alemania, por primera vez en 87 años de historia, han provocado un seísmo en el país germano que puede ser el preludio de un gran conflicto laboral. La automovilística quiere reducir costes desesperadamente, y está dispuesta a romper el acuerdo al que llegó con los empleados, allá por 1994, mediante el cual se comprometió a no ejecutar despidos hasta 2029. Ante esta situación, IG Metall, el mayor sindicato de Alemania, ha señalado este jueves estar dispuesto a negociar una reducción de la jornada laboral para los trabajadores en Volkswagen. Concretamente, la organización se ha mostrado abierta a negociar sobre la semana laboral de cuatro días.
IG Metall, organización que aglutina a 2,2 millones de trabajadores en sus filas, ha comunicado su voluntad de negociar una reducción de la jornada laboral para evitar la clausura de fábricas que planea Volkswagen. Así lo ha señalado Christiane Benner, presidenta de IG Metall, en una rueda de prensa celebrada este jueves en la que ha afirmado que estarían "listos" para hablar sobre una mengua del tiempo de trabajo. Benner, que lidera uno de los sindicatos más poderosos de toda Europa, ha confirmado que la organización que encabeza está "abierta" a conversar con Volkswagen la aplicación de la semana laboral de cuatro días.
La declaración de Benner se produce un día después de la asamblea que Volkswagen celebró en su sede central en Wolfsburgo, en la que la dirección justificó los potenciales cierres de fábricas y despidos ante 20.000 trabajadores, los cuales protestaron con ahínco y abuchearon al consejero delegado de la firma, Oliver Blume. Al grito de "nosotros somos Volkswagen, vosotros no", mostraron su descontento, el cual fue reflejado en las palabras de Daniela Cavallo, presidenta del comité de empresa, quien cargó duramente contra la cúpula de la empresa.
En aquella asamblea, la dirección de Volkswagen lanzó un ultimátum a sus empleados, señalando que la firma tenía uno o dos años para arreglar la situación actual. Arno Antliz, director financiero de la marca, ilustró el complejo panorama señalando que la marca espera vender 500.000 coches menos cada año, una producción equivalente a la de dos fábricas. Es decir, que Volkswagen considera tener dos fábricas de más, y que hay dos años como máximo para darle la vuelta a la tortilla.
En este contexto, el mayor sindicato de Alemania no ha esperado a mostrar su voluntad para hallar una solución a los graves problemas de Volkswagen. Sin embargo, también han lanzado una advertencia: si la automovilística, controlada por la familia Porsche, no se aviene a una negociación constructiva, más de 500.000 trabajadores podrían participar en huelgas convocadas para finales de octubre. Así lo indicó recientemente Throsten Gröger, máximo negociador de IG Metall con Volkswagen.
El propio Gröger defendió la protección de empleos en Volkswagen hasta 2029, indicando que se trata de una política que forma parte "del consenso básico" entre los asalariados y la propia firma. Además, la amenaza de posibles despidos también ha alarmado al gobierno de Olaf Scholz, que ya ha mostrado su voluntad para intervenir en la crisis de Volkswagen. A un año de las elecciones federales y con la extrema derecha en auge, el Ejecutivo alemán no quiere más agitación en su país. Tampoco la querrá Stephan Weil, miembro del SPD de Scholz y presidente de Baja Sajonia, el länder (estado) germano que cuenta con una participación del 11,8% de la Volkswagen y un 20% de los derecho a voto de dicha firma.
En cualquier caso, los problemas de la firma son el síntoma de la gran debilidad que posee actualmente la industria automotriz europea. En un contexto inflacionario, la transición hacia los coches eléctricos se ha embarrado en el Viejo Continente, con gobiernos como el de Berlín o Estocolmo reduciendo las subvenciones para la compra de dichos vehículos. Además, las ventas de coches se encuentran por debajo de los niveles previos al COVID, y compañías como Stellantis, Renault y la propia Volkswagen están operando a pérdidas algunas de sus factorías, según datos de Just Auto citados por Bloomberg.
Resta saber cuáles serán las medidas que Volkswagen aplicará finalmente. Los recortes de plantilla y el cierre de fábricas en suelo germano no serán fáciles de ejecutar, ya que la oposición de los sindicatos y de la administración promete ser muy fuerte. Conviene recordar, en este punto, que el último consejero delegado que intentó aplicar despidos en Volkswagen acabó siendo cesado.