El Seat 600, también conocido como 'seíta', 'pelotillla' u 'ombligo', se lanzó al mercado español a mediados de 1957. Por aquel entonces, España vivía una época de posguerra. No obstante, el contexto económico se caracterizó por una época de estabilidad. Cabe destacar que esta estabilidad venía provocada por un nimio desarrollo económico. Por ello, sería más conveniente hablar de estancamiento. No obstante, estaba a las puertas de que se iniciase un desarrollismo económico.
La primera presentación en sociedad del 600 fue en el Salón de Ginebra de 1955. Y el modelo se construyó bajo licencia de Fiat sobre el original Fiat 600 por el diseñador italiano Dante Giacosa. En Italia su comercialización comenzó en 1956, aunque pasó desapercibido por el Fiat 1100, Millecento, y el más reciente pero también más compacto Fiat 500 bicilíndrico y de refrigeración por aire.
Su lanzamiento en España no se produjo hasta 1957 y su precio era de 65.000 pesetas (unos 390 euros al cambio actual). Un coste bajo si se obvia que, por aquel entonces, este precio equivalía al salario de tres años y medio.
Pese a que el 600 fue el vehículo que puso a España sobre ruedas, no fue así en un primer momento. En 1958, el 600 se entendía como un coche de capricho, ya que se vendía con neumáticos de banda blanca —muy populares en los años 50 por la influencia americana— e incluso con una versión descapotable de lona.
Hasta cinco carrocerías del 600 se llegaron a fabricar hasta 1973. El 600 de 1957 se fabricó hasta 1963 y de él se produjeron 131.985 unidades. Dicho modelo alcanzaba una velocidad máxima de 90 km/h y contaba con una potencia de 18 CV. En 1963 llegó el 600 D, del que se fabricaron 418.035 unidades, que contaba con una potencia de 25 CV, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 108 km/h.
En 1970, con el 600 E, llegaron unas mejoras de las que el modelo italiano ya disfrutaba desde mayo de 1964: las puertas pasaron a estar abisagradas delante, lo que confería mayor seguridad. Ahora bien, la mayor modificación de la carrocería fue la adopción del depósito de gasolina del 850, que permitió ganar cinco litros de capacidad y casi 100 kilómetros de autonomía en carretera. Su producción acumuló 244.386 unidades hasta verano de 1973 y la velocidad máxima que alcanzaba era de 110 km/h.
En el verano de 1972 llegó el 600 L Especial, el cual aportaba una tapicería en paño, salidas de aire triangulares tras los cristales laterales y llave de contacto con antirrobo. Esta carrocería se produjo hasta agosto de 1973 y el modelo contaba con una potencia de 28 CV, el cual le confería una velocidad máxima de 115 km/h. La versión L, menos conocida que la L Especial y con las mismas características que esta, era más sencilla. El Seat 600 L no tenía equivalente italiano y fue este modelo el cual alcanzó el número 750.000 de producción del 600 que salió de la línea de montaje, cuyo destino fue Noruega.
La última carrocería disponible del 600 fue la conocida como Formichetta, hormiguita en italiano. Se trataba de una furgoneta que destacó por ser un proyecto español, iniciado por Siata y finalmente producido a medias por Carrocerías Costa, cuya versión era algo más baja. Hasta 1967 se produjeron 5.800 unidades, y más de 2.000 de la furgoneta Seat-Costa.
De hecho, debido al éxito comercial del Seat 600, la automovilística crea Fiseat, su primera financiera, que facilitó las compras a plazos.
En total, se produjeron 794.406 unidades del 600 en 16 años. Casi 800.000 unidades de un modelo que llegaba bajo licencia italiana y que terminó siendo el rey. El 3 de agosto de 1973, los trabajadores de Zona Franca se fotografiaron con el último Seat 600 que salió de la línea de montaje y con una pancarta que rezaba "Naciste príncipe, mueres rey". Rey ya no solo por el éxito comercial que cosechó, sino también porque fue el principal artífice del desarrollo de la movilidad privada de los españoles.
Seat puso a España sobre ruedas y ahora continúa su camino en medio de una seria transformación. Tan solo existe una diferencia importante: será sobre ruedas eléctricas. Aunque aún restan muchos años para que la factoría de Martorell deje de producir modelos de combustión, el futuro eléctrico ya se prepara en la planta barcelonesa.
Ahora la compañía no es solo Seat, sino que también se ha incorporado Cupra. Lo que en un primer momento fue una división de modelos deportivos de la propia Seat, ahora se concibe como el futuro. Cupra es el futuro de la compañía, tal y como reconoció el presidente de la empresa, Wayne Griffiths en una entrevista con este periódico.
A partir de 2025 está previsto que llegue el Cupra Raval, un eléctrico urbano que producirá Martorell, una decisión que estaba ligada a la recepción de fondos del Perte del vehículo eléctrico y conectado.
Pero en el medio plazo, Cupra prevé comercializar 500.000 coches al año, así como llegar a nuevos mercados internacionales y entrar en nuevos segmentos de mercado. En opinión del presidente de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, el Raval "será el vehículo de entrada a nuestra futura gama".
Lo cierto es que el Grupo Volkswagen, propietario de Seat desde 1986, va a destinar más de 3.000 millones de euros a la transformación de Martorell. La compañía fue la mayor beneficiaria de los fondos de la primera edición del Perte del Vehículo Eléctrico y Conectado (Perte_VEC), con un total de 397,3 millones de euros. Es decir, el 45% de la financiación total del proyecto fue para Seat y el Grupo Volkswagen.
Entre las inversiones a acometer, destaca una nueva planta de ensamblaje de baterías. Una instalación que tendrá un impacto en más de 400 puestos de trabajo directos y más de 100 indirectos. Para ello, Seat invertirá 300 millones adicionales para construir estas instalaciones, "donde también se ensamblarán las celdas que fabricará PowerCo en la gigafactoría de Sagunto", según Griffiths. La planta contará con una superficie de 64.000 metros cuadrados y las obras empezarán "en las próximas semanas y está previsto que finalicen en 2025", ha apuntado Griffiths. Para ello, la compañia ha recibido 47,7 millones de euros de subvención de la segunda edición del Perte del vehículo eléctrico y conectado.
Infografía: Alberto Matínez | Diseño y desarrollo: Ruth Palomares y Julián Clemente