
El gigante automovilístico chino Chery ha embarcado su primera remesa de vehículos hacia España, que junto con Italia se convertirán en los países pioneros en Europa en los que venderá la marca asiática.
Se trata de un pedido de 51 vehículos del SUV Omoda 5, a los que se sumará una segunda remesa de 120 unidades en junio, según han explicado a elEconomista.es fuentes de la compañía, que tendrá filial española de Omoda y también cuenta con distribuidores locales.
Por el momento, los vehículos son de combustión y se empezarán a entregar este verano (ya hay dos matriculaciones formalizadas en España), si bien el Omoda 5 lanzará al mercado su versión 100% eléctrica en el cuarto cuatrimestre del año, y también se prevé traer a Europa.
Precisamente sus planes de crecimiento en el Viejo Continente han reavivado el interés de Chery por España, y concretamente Cataluña, como posible ubicación productiva a medio plazo. La compañía ya lo evaluó en 2010, y sus directivos regresaron para un viaje prospectivo el año pasado.
Por el momento, mientras deciden sobre la ubicación de una planta europea propia para producir unos 300.000 vehículos anuales, barajan una alianza con Btech para ensamblar vehículos eléctricos en el hub de descarbonización que tomará el relevo de Nissan en la Zona Franca de Barcelona, con un volumen de producción de unas 50.000 unidades anuales, según trascendió a finales de abril.
Chery, que es es la segunda compañía automovilística de China y además es líder en construcción de vehículos eléctricos, también firmó en noviembre un acuerdo de colaboración institucional con Foment del Treball, la Unión Patronal Metalúrgica (UPM), CCOO, UGT y el profesor de IESE Pedro Nueno (experto en automoción y en China), en el marco de la visita de directivos de la compañía a Barcelona.
Chery busca así hacerse hueco en el mercado europeo, donde otras automovilísticas chinas están ganando presencia rápidamente, aprovechando además que su industria del vehículo eléctrico está más desarrollada que la europea, si bien los modelos asiáticos deben adaptarse a las mayores exigencias normativas comunitarias, sobre todo respecto a seguridad.