El consenso es firme. Desde el FMI hasta la Comisión Europea, pasando por el Parlamento Europeo, la comunidad académica y los medios. Con su whatever it takes, Mario Draghi salvó el euro en 2012.
Una sola persona, tres palabras que blindaron los talones de Aquiles de la Eurozona, España e Italia, frente a las embestidas de los mercados aquel agitado verano. Draghi abandonará la todopoderosa presidencia del BCE en noviembre. Y uno de los candidatos, incluso para algunos el favorito, es nada menos que Jens Weidmann, la única voz del consejo de Gobierno que se opuso a las palabras mágicas de aquel 26 de julio de 2012.
El posible aterrizaje del presidente del influyente Bundesbank alemán en la silla de Fráncfort provoca escalofríos en muchos rincones. Más aún cuando este halcón de la política monetaria mantiene su discurso y ya ha vuelto a alertar sobre los riesgos de continuar con los tipos bajos.
La ortodoxia de Weidmann asusta porque la economía europea todavía necesita buenas dosis de flexibilidad monetaria y mano abierta, como el propio Draghi dejó claro ayer. Con una guerra comercial que probablemente empeorará, y un Brexit que continúa desbocado, el riesgo de una nueva recesión gana enteros.
Weidmann, aislado
Las posibilidades de Weidmann no son elevadas. Demasiados socios del euro temen la llegada de un halcón de garras afiladas justo cuando el euro necesita alas protectoras. Pero podría terminar como el elegido en una carambola, como parte del reparto más amplio de los altos cargos de la UE, que los líderes intentarán cerrar este jueves.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, será el encargado de presentar a los primeros espadas de la Unión, una combinación de nombres que cumpla con los equilibrios políticos, geográficos, demográficos y de género para las sillas de poder. Tras el Consejo Europeo del 28 de mayo, convocado después de las elecciones europeas para empezar a discutir el proceso, Tusk indicó que el BCE formaría parte del paquete, junto con la presidencia de la Comisión, la elección de su sucesor y la jefatura de la diplomacia europea.
En un acto casi de fe, Tusk confió en que la inclusión en el paquete no erosione la sacrosanta independencia del BCE. Sin embargo, algunos socios no lo tienen tan claro. Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como su homólogo holandés, Mark Rutte, ya se mostraron en contra de incluir el cargo de Draghi en el baile de sillas.
"¿Forma parte del paquete?", reaccionó ayer sorprendido un alto cargo europeo a elEconomista. "Espero que no lo sea de manera sustancial", añadía. No son pocos los que levantan las cejas, dada la importancia del cargo en estos tiempos turbulentos. El Financial Times ya alertó sobre el riesgo de que formara parte del reparto. "Para estos tiempos necesitas, sobre todo, una persona altamente competente", comentó otra fuente europea. Y ésta es la instrucción del tratado comunitario. Los líderes, tras consultar con el Parlamento Europeo y el BCE, eligen al presidente y el resto de los cinco miembros del Consejo Ejecutivo por mayoría cualificada, "entre aquellas personas de reconocida posición y experiencia profesional en asuntos monetarios o bancarios".
Macron no quiere a Weidmann al frente del Ejecutivo comunitario, pero si cae es probable que caigan también sus candidatos
Al entrar en el mercadeo de puestos, las consideraciones políticas, los vetos cruzados y la necesidad de realizar justas compensaciones, jugarán un papel fundamental. Y la canciller alemana, Angela Merkel, tendrá argumentos de peso para llevarse la que, sin duda, es la joya de la corona de los puestos. Sobre todo si, como parece, la presidencia de la Comisión Europea finalmente no va para Manfred Weber. El candidato de la CSU fue el cabeza de lista del PP europeo, ganador de las elecciones. Pero Macron no lo quiere al frente del Ejecutivo comunitario. Tampoco el resto del frente progresista, en el que entran los socialistas y los verdes, preocupados por romper la hegemonía del centro derecha en los puestos de poder.
Resulta difícil pensar que Merkel no busque compensar tal pérdida. Pero otras fuentes opinan que, puede que esta vez, ni Francia ni Alemania coloquen a sus nacionales. Si Weidmann cae, una fuente cercana al BCE pronostica que también lo harían los aspirantes franceses: el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, y el miembro del consejo ejecutivo Benoit Coeure. Quedaría así despejado el camino para la vía finlandesa que traen dos ex comisarios y banqueros centrales, el actual ocupante del cargo Olli Rehn y Erkki Likanen.
¿Nueva cumbre?
Casi todo el mundo coincide en que la nominación de los altos cargos de la UE continúa demasiado abierta. Por eso, fuentes comunitarias y diplomáticos coinciden en que será casi imposible cerrar la elección este jueves. La gran pregunta es cuándo se planificará la próxima cumbre. El G20 en Osaka (Japón) complica las fechas, ya que algunos de los líderes estarán volando de vuelta el 30 de junio, fecha que se había barajado. El objetivo es cerrarlo antes de que se constituya el nuevo Parlamento Europeo el 2 de julio.