
Atacar la deuda española suena antipatriota y conlleva un riesgo importante -al implicar operativas con derivados como CFDs apalancados o futuros de elevados nominales que permiten invertir en corto en bonos soberanos esperando la caída de su precio-, pero es una estrategia plausible que los inversores pueden llegar a plantearse para cubrir el riesgo electoral del 28-A.
La incertidumbre política vuelve a sobrevolar el mercado español por la convocatoria anticipada de elecciones generales del 28 de abril y la estadística muestra que, desde que en 2011 se impuso la fragmentación del Congreso, el Ibex 35 pierde alrededor de 4 puntos de media frente al EuroStoxx 50 en los dos meses previos a las comicios, y cerca de 2 enteros en los dos siguientes.
Los expertos coinciden en que hoy por hoy no se puede hablar de una italianización de la política de España que esté impactando directamente en las bolsas y en la deuda pero, en general, son cautos ante el incierto resultado de las elecciones, en un contexto de desaceleración del crecimiento económico global, mientras en el plano doméstico la tensión por el desafío independentista en Cataluña sigue en máximos.
La prima de riesgo española todavía no recoge el riesgo político, como sí lo hizo el diferencial entre el interés del bono italiano a 10 años y el del Bund alemán ante los comicios de marzo de 2018, de los que salió un gobierno de corte euroescéptico que ha mantenido un pulso constante con el establishment de la eurozona, y el riesgo país casi siempre por encima de los 250 enteros, como consecuencia, en los últimos 10 meses.

En España, según distintos economistas y analistas, los problemas vendrían con una repetición de las elecciones que mantenga al país sin presupuestos, con un gobierno que avive el conflicto catalán o con uno que aumente desmesuradamente el gasto. "Para protegerme ante esto, me pondría corto en el bono, porque gane quien gane no se va a ir al 0,8%", afirma Jacobo Blanquer, consejero delegado de Tressis Gestión, poniendo de relieve que el riesgo a la baja para el precio del papel español es mucho mayor que el de subida, después de que la rentabilidad de la referencia a 10 años se haya hundido en mínimos de los últimos 3 años al caer hasta el 1,05%.
Invertir contra la deuda española
Exactamente, el interés del bono de referencia se ha reducido cerca de 70 puntos básicos desde octubre de 2018, como consecuencia de las incertidumbres globales y del mayor tono acomodaticio adoptado por el Banco Central Europeo (BCE). Este punto de partida favorece que la incertidumbre política pueda provocar una oleada de ventas de bonos españoles, rebajando su precio e incrementando su rentabilidad.

Un movimiento que solo se podría aprovechar invirtiendo contra la deuda española: una estrategia que es posible pero no para todos los públicos. Existen distintos métodos para hacerlo. "En el Mercado oficial de futuros y opciones financieros (MEFF) existe la posibilidad de operar sobre el futuro del bono español a 10 años y un inversor que apostara por una caída de su precio tendría que vender el futuro, que tiene un nominal de 100.000 euros, demasiado alto para inversores minoristas", explica Felipe López-Gálvez, experto de Self Bank.
Otra vía es "operar a través de CFDs (derivados apalancados y complejos que implican un elevado riesgo) sobre los propios bonos o sobre los ETFs (productos cotizados) que replican a la deuda española -como el iShares Spain Govt Bond UCITS ETF EUR o el Lyxor EuroMTS 10Y Spain BONO Government Bond (DR) UCITS ETF Acc-", añade Sergio Ávila, analista de IG.
"Cualquier cobertura sobre el bono español debería realizarse con perspectivas de muy corto plazo, únicamente para tratar de frenar el improbable impacto electoral negativo en los mercados, que de producirse sería muy efímero", concluye David Pina, analista de ActivTrades.