
Ni siquiera ha acabado el primer trimestre del año, todavía queda medio mes, y al inversor le asalta el ansia de querer ganar más cuando todo va bien.
Con el acuerdo comercial chino estadounidense cociéndose; con la indefinida patada adelante al Brexit, mientras se evita caer por el barranco y se halla una forma de superarlo; tanto la bolsa estadounidense como la europea defienden ganancias de doble dígito en el año. Los inversores apartamos la idea de una visible desaceleración mundial, que a finales del 2018 ya hizo una buena escabechina cuando se apuntaba a recesión.
Para el inversor que yo considero activo, con una posición de mercado entre el 50 y el 80%, la realidad es que en el año en el conjunto de su cartera tiene que tener ganancias entre el 7 y el 8%. En el caso de tener mucho peso de bolsa española puede ser un punto menos por el peor comportamiento del Ibex en febrero y marzo.
Llegado a este punto, a la ambición o la codicia de querer borrar del todo el descalabro de 2018 se une que los mercados están martilleando zonas que de superarse abren otro tramo alcista. Es el eterno debate de qué hacer en resistencias por técnico cuando no se consiguen derribar durante largo tiempo. La teoría es muy sencilla. En resistencias no se compra.
Es la conversación que vengo repitiendo con mi amigo (el que nos ha puesto la cabeza como un bombo con el nivel de los 2.815 puntos del S&P). Y reconozcámoslo, otra vez ha vuelto a clavar los niveles. El debate que tengo con Cabrero, que en esto es ingeniero, es cuándo hay que dar por acabado el asedio a una fortaleza o pensar que se puede conquistar. La respuesta es la misma que se hacía quien atacaba un castillo. Depende de las fuerzas que tenga y tiempo.
La fortaleza ahora es el cómo se quiere interpretar el contexto económico. La debilidad está prescrita pero manda más que no se compra todavía caro aunque el mercado se haya encarecido. Esto último: han subido las compañías y han bajado las estimaciones de beneficio.
En el caso del tiempo está relacionado con la sobrecompra. Es un proceso de depuración, que simplemente se puede corregir por la cantidad de activos poco productivos o simplemente improductivos que hay hoy en los mercados financieros.
Pongo sobre la mesa el debate. Y a riesgo de equivocarme creo que en los próximos meses hay que adelantar el aforismo de sell in may and go away. Para mí el go away es bajar la exposición a los rangos bajos en los que queramos movernos. Me vale la frase que le dice Eduard Fernández a Luis Tosar en Los últimos de Filipinas: en la guerra hay dos tipos de militares, los que quieren medallas y los que quieren volver.