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La deuda de las empresas de EEUU: un iceberg de 14,8 billones de dólares

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De un tiempo a esta parte, la volatilidad que sufren los mercados, incitada entre otros factores por el endurecimiento de las condiciones financieras que lleva a cabo la Reserva Federal o las perspectivas de un posible debilitamiento en la economía global, ha virado la atención al apalancamiento de las empresas no financieras de Estados Unidos.

Según los cálculos más recientes del Instituto Internacional de Finanzas (IIF, por su siglas en inglés) la deuda corporativa no financiera en EEUU alcanzó los 14,8 billones de dólares en la primera mitad del año. Otras proyecciones como las que realiza la Financial Markets Association sitúan dicha cifra en los 9,1 billones de dólares, lo que supondría casi duplicar los niveles registrados en 2007.

El repunte económico experimentado por EEUU durante la última expansión, una de las más largas de la historia, no ha disparado los ratios de deuda. De hecho, los niveles de deuda empresarial con respecto al PIB rondan el 72%, ligeramente por debajo de los máximos alcanzado en 2008. El nivel de deuda con respecto a los activos se sitúa en sus niveles más bajos desde 2007.

Aún así, la acumulación de deuda durante los años posteriores a la crisis, gracias a las tasas ultra bajas se ha acelerado. El aumento del apalancamiento desde 2016 ha sido más importante para las empresas de gran capitalización. Los sectores no comerciables han tendido a construir una mayor carga de la deuda, aunque los sectores orientados a la exportación también presentan algunas dificultades con el servicio de sus deudas.

De hecho, cuando se examinan algunas áreas, las vulnerabilidades comienzan a aflorar. De acuerdo con el IIF, cerca del 20% de las empresas estadounidenses (por tamaño de activos) enfrentan dificultades para cubrir los gastos por los intereses de la deuda emitida. El problema es particularmente grave para las empresas de pequeña capitalización, ya que más de la mitad tienen tasas de cobertura de intereses muy débiles.

"Durante el año pasado, el aumento en el apalancamiento ha sido más agudo para las empresas de gran capitalización, mientras que la capacidad de las empresas más pequeñas para pagar intereses sobre la deuda es una fuente de preocupación creciente", explica Khadija Mahmood, analista del IIF. Mahmood considera que, actualmente, los beneficios de las compañías de mediana y pequeña capitalización no son suficientes para cubrir los gastos por intereses, lo que obliga a muchas empresas a utilizar sus reservas de efectivo o a pedir más préstamos.

Por otro lado, es cierto, que grandes multinacionales, han aprovechado durante los últimos años unas condiciones acomodaticias para llevar a cabo grandes adquisiciones que han aumentado su apalancamiento. Es el caso de AT&T, cuya deuda alcanza los 183.000 millones de dólares, con una calificación de BBB, la barrera que comienza a flirtear con la deuda de alto riesgo.

En estos momentos, casi 2,5 billones de deuda corporativa estadounidense cuentan con una calificación de BBB, casi el triple que en 2008, lo que representa la mitad del mercado de bonos con grado de inversión. Otro ejemplo que caracteriza los problemas derivados de esta situación es el ocaso de General Electric. El conglomerado que llegó a conservar su máxima calificación AAA hasta 2015, cuenta con 115.000 millones de dólares en deuda, de los que 20.000 millones de dólares vencen en el próximo año.

Las operaciones de compras corporativas más recientes han hinchado aún más el apalancamiento de algunas compañías. La deuda combinada de Keurig Green Mountain y Dr Pepper Snapple Group alcanza los 17.000 millones de dólares, casi seis veces el tamaño de su flujo de caja. Bayer cuenta con una deuda neta de 40.000 millones de dólares tras hacerse con Monsanto, CVS Health emitió 40.000 millones de dólares en bonos para comprar Aetna. IBM emitirá deuda por valor de 25.000 millones de dólares para costear parte de la compra de Red Hat.

La actividad de compras y fusiones financiadas con deuda en el mercado estadounidense ascienden hasta un total de 717.000 millones de dólares en lo que va del año, cifra sólo superada en 2016, cuando se alcanzaron los 861.000 millones de dólares.

Pese al aumento del apalancamiento de las firmas no financieras, Fitch Ratings estima que los incumplimientos a la hora de costear deuda o intereses en 2019 serán los más bajos desde 2013, y en el caso de los los préstamos apalancados tocarán mínimos de 2011. Desde la agencia de rating indican que la nueva emisión de deuda con grado de inversión alcanzó los 531.000 millones de dólares hasta el tercer trimestre, una caída de más del 15% respecto al mismo período del año anterior. La emisión de bonos alto rendimiento, es decir con un mayor riesgo de impago, también se ha reducido hasta los 138.000 millones de dólares, una caída del 32 por ciento con respecto a 2017.

De todas formas, la Oficina de Investigación Financiera, el guardián del mercado financiero dentro del Departamento del Tesoro, recalcó el pasado 15 de noviembre en su informe anual al Congreso que "el rápido crecimiento de los préstamos apalancados es una preocupación". Según datos de Capital Economics, en EEUU, la proporción de préstamos apalancados sin requisitos para que los prestatarios cumplan con ciertas pruebas financieras, como la cobertura mínima de los intereses, ha aumentado hasta un máximo histórico del 80% en la actualidad.

En caso de experimentar problemas en el medio plazo, es cierto, que el sector bancario podría estar más protegido que en el pasado. Deutsche Bank determina que sólo el 18% de la deuda empresarial estadounidense está en manos de los bancos del país, lo que los hace menos vulnerables si se llegase a elevar la tasa de impagos. Eso sí, una situación como esta acompañada de una futura recesión podría generar mucha más volatilidad en los mercados crediticios.

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