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La viudedad cada vez pesa menos en la desigualdad que sufren las mujeres

Imagen: Dreamstime.

2018 puede ser el tercer año consecutivo en el que las pensiones por jubilación superen a las de viudedad entre las pensionistas, y son la principal causa de la menor retribución que perciben ellas.

En la década de 1960 en España tan sólo trabaja un 20 por ciento de las mujeres que tenían por entonces entre 25 y 55 años, principalmente, porque la mayor parte de ellas estaba soltera. Fue entonces cuando la Seguridad Social, en plena dictadura franquista, decidió aprobar la pensión de viudedad para dar cobertura a la inmensa mayoría de mujeres que, tras fallecer sus esposos, se quedaban sin recursos económicos.

La losa cultural de asumir que son ellos quienes mantienen económicamente a la familia para que ellas se encarguen del trabajo del hogar (no remunerado) es una de las principales causas, junto a la brecha salarial -el techo de cristal, la maternidad o de la jornada a tiempo parcial a la que se ven abocadas en muchos casos-, que hace que, sesenta años después las mujeres sigan cobrando una pensión contributiva inferior a la de los varones. Se trata, no obstante, de una realidad que no sorprende ni a los más utópicos, pero la noticia positiva es que la tendencia se está invirtiendo, muy paulatinamente, en favor de las pensionistas.

"La inserción laboral desde los años 70 se está reflejando en una reducción de la brecha existente entre los jubilados españoles. Aunque las nuevas altas (de ellas) siguen siendo inferiores, la diferencia entre ambos importes se ha reducido en un 37 por ciento en los últimos diez años", apuntan desde BBVA. Según los últimos datos elaborados por el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social), los pensionistas que se dieron de alta en 2017 lo hicieron con un pago medio de 1.230 euros mensuales. Las nuevas pensionistas cobran un 73 por ciento de lo que sus coetáneos varones, con 894 euros de prestación.

Hace diez años, las jubiladas percibían algo más de la mitad -493 euros- de la pensión media de ellos -904 euros-. Por aquel entonces, la mitad de las altas para nuevas pensiones entre las féminas correspondía a prestaciones por viudedad, frente al 32 por ciento que representaban, sobre el total de pensiones entre las mujeres, las pensiones por jubilación (resultado del trabajo remunerado).

Exclusividad de las mujeres

Y es que la pensión de viudedad es algo casi exclusivo de las mujeres en España. Son ellas las beneficiarias de más del 98 por ciento de las 1,3 millones de retribuciones que existían a cierre de 2017, considerando que son pagos de un importe muy inferior a las pensiones de jubilación y, además, que su esperanza de vida es mucho mayor.

Sin embargo, y aunque la viudedad seguirá teniendo una connotación ciertamente femenina, en 2016 la balanza comenzó a inclinarse hacia el lado contrario. Ese ejercicio el número de altas por jubilación entre las mujeres representó el 42 por ciento del total, superando al de viudedad. Y la tendencia continua hasta la actualidad, resultado de la incorporación laboral (ver gráfico). "Es evidente que las diferencias por género se están reduciendo, aunque la tendencia es muy leve", aseguran desde BBVA. "En 2016, el 38 por ciento de las altas por jubilación fueron de mujeres, sólo 2,5 puntos porcentuales más que en 2006", aunque lo cierto es que "el crecimiento en el mercado de trabajo de ellas a partir de 1980 todavía no se ha reflejado en las altas del sistema de pensiones de jubilación", concluyen. Cuando esto se produzca no sólo habrá una brecha respecto a los hombres -que continuará por décadas-, sino también una "brecha intragénero entre las viudas", aducen desde la entidad.

Ser pluripensionista

En unos años, seguirá habiendo más viudas que viudos, sencillamente porque ellas viven más años, y muchas de las cuales cobrarán, además, su propia pensión de jubilación. Esta situación es extensible también a los varones, ya que sus esposas hoy en día sí trabajan remuneradamente, lo que les convierte en perceptores de una pensión en caso de que ellas fallezcan. Es lo que se denomina ser pluripensionista, y supone un reto para nuestro actual sistema de la Seguridad Social, para muchos insostenible según el modelo actual por muchos más años.

En 2016, el número de pensiones contributivas (En 9,4 millones) era un 10 por ciento superior a los pensionistas que existen (unos 8,55 millones). Según datos recogidos por Funcas, "al igual que ocurre con la viudedad, quienes cobran una doble pensión son mayoritariamente mujeres (un 84,6 por ciento)" en una situación que también está llamada a cambiar y que apela, claramente, a la solidaridad entre generaciones para hacer del sistema actual un modelo sostenible.

La lógica de una sociedad igualitaria debería llevar a estos porcentajes a situarse en el 50 por ciento en unas décadas. No sólo porque mujer y hombre trabajen por igual, sino porque la esperanza de vida más elevada en el caso de ellas podría cerrar la brecha abierta con los hombres ante su incorporación total a la sociedad. No sólo trabajan, sino que también realizan las mismas actividades que un varón, como algo tan simple como fumar o sufren el estrés propio derivado del trabajo.

El techo de cristal

Más allá de la discriminación que suponen las pensiones de viudedad, las razones que siempre han justificado que la mujer cuente con menos recursos económicos siguen estando ahí. La brecha salarial en España está en el 23 por ciento; un 74 por ciento de los contratos a tiempo parcial son para ellas; y, entre el centenar de datos, también han puesto cifras al techo de cristal.

Según el último informe elaborado por la CNMV, la presencia de mujeres en la alta dirección de las firmas cotizadas es del 14,8 por ciento. Es decir, por cada 10 asientos, hay uno ocupado por alguien que no lleva corbata. Entre las consejeras, esta cifra alcanza el 19 por ciento, aunque sólo el 4,5 por ciento es de carácter ejecutivo, que son, básicamente, quienes toman las decisiones.

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