
La bolsa americana tronó la semana pasada en una tormenta que arrastró al S&P 500 un 6,9% por debajo de los máximos alcanzados el pasado 20 de septiembre. Una corrección que vino acompañada previamente por un aumento de casi 40 puntos básicos en la rentabilidad del bono americano a 10 años desde finales de agosto y los avisos del Fondo Monetario Internacional sobre el efecto del pulso comercial entre Estados Unidos y China.
Sin embargo, este desliz no hace aventurar ningún descalabro a corto plazo, especialmente si tenemos en cuenta que la coyuntura económica de EEUU sigue siendo sólida. El paro tocaba el 3,7% el mes pasado, la inflación salarial podría superar la cota del 3% en octubre según los economistas y la expansión del PIB en el tercer trimestre está proyectada en el 4%, según el GDPNow de la Fed de Atlanta.
Con este panorama, la Reserva Federal ya ha concienciado al mercado para que digiera una subida de tipos, la cuarta este año, el próximo 19 de diciembre, situando el precio del dinero en un rango de entre el 2,25% y el 2,50%.
Paralelamente, el efecto derivado de la reforma tributaria aprobada el pasado 22 de diciembre de 2017 así como la desregulación llevada a cabo por la administración de Donald Trump sigue dejando notar su impulso, sobre todo del lado de los resultados empresariales. Mientras bancos como JPMorgan, Citigroup, Wells Fargo y Bank of America ya han presentado sus cifras correspondientes al tercer trimestre, superando con margen suficiente las expectativas, esta semana más de medio centenar de miembros del S&P 500 pasarán por la pasarela de resultados.
Desde FactSet estiman que el beneficio del S&P 500 habría crecido entre los meses de julio y septiembre alrededor de un 19,2%. De cumplirse estas proyecciones estaríamos hablando del tercer mayor crecimiento trimestral desde el primer trimestre de 2011. Para los estrategas de Goldman, el avance podría ser incluso mayor, de hasta el 21%, después de que, en la primera mitad del año, los beneficios hayan aumentado una media del 25%.
"Las correcciones del 5% para el S&P 500 suelen ser comunes" asegura David Kostin, estratega de Goldman Sachs, quien recalca que desde 1928, el índice generalmente ha sufrido vaivenes de este calibre una vez cada 71 días hábiles. "69 días hábiles transcurrieron entre la última caída del 5% antes del jueves", recuerda.
Haciendo alusión a las referencias históricas, Kostin y su equipo también determinan que la rentabilidad del bono americano a 10 años no debería dar ningún otro susto a los inversores, cerrando el año en el 3,1% para avanzar hasta el 3,4% a finales de 2019. Esta relajación llega motivada por las presiones inflacionistas, que se han moderado tras la lectura que conocimos la semana pasada, con los precios subiendo a un ritmo interanual del 2,2% en su tasa de cabecera, una lectura más débil de lo esperado. De hecho, el banco sigue manteniendo su objetivo para el S&P 500 en los 2.850 puntos para los últimos suspiros de 2018. Eso sí, movimientos como los sufridos la semana pasada pasada, reflejan rotaciones en las carteras de los inversores que indican una pérdida de apetito por el riesgo.
Una situación que comienza a poner las miras del mercado en el próximo año. Recordemos que, en los primeros compases de 2019, salvo que se relajen las tensiones entre Washington y Pekín, EEUU incrementará los aranceles sobre el catálogo de productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares, del 10% al 25%. No sólo eso, se podría materializar la amenaza ya reiterada por Trump de expandir su azote a otro grupo de bienes del gigante asiático por valor de 267.000 millones de dólares.
De ser así, la mayor economía del mundo gravaría todas las importaciones chinas que entran en el país. Goldman observa un 60% de que este escenario llegue a materializarse. Una situación que obviamente tendría un impacto en los beneficios de las compañías estadounidenses. En estos momentos, los expertos del banco sitúan el avance del beneficio por acción del S&P 500 en 2019 en un 7% hasta los 170 dólares por título. El consenso observa un avance algo más sólido, del 10%, hasta los 178 dólares por acción.
Dicho esto, Kostin y el resto de sus estrategas avisan que, si la escalada arancelaria toca su punto álgido, tasando todas las importaciones chinas que entran en EEUU y viceversa (recordemos que China grava ya cerca del 85% de los productos estadounidenses que entran en el país), el beneficio por acción del S&P 500 proyectado se quedaría en los 159 dólares. Esto implica que las proyecciones de crecimiento en el beneficio se esfumarían, observando un frenazo en seco.
Además, desde Goldman advierten que su estimación es conservadora ya que asume que no producen sustituciones a otros proveedores, que no se transfieren los costes a los consumidores, que no hay un aumento de los ingresos internos y que no hay cambios en la actividad económica.