Cuando en abril del año 2012 el Gobierno de Argentina -con Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza- decidió expropiar a Repsol su filial YPF, la petrolera se despidió de la recomendación de compra y ha tenido que esperar más de seis años para recuperarla. Por el camino, la compañía compró la canadiense Talisman -en una operación que fue muy criticada por el mercado- para luego emprender un proceso de ajustes y hace tres meses y medio presentar una nueva hoja de ruta hasta 2020 que le ha valido el aplauso de los analistas.
Con las últimas mejoras de opinión, la compañía vuelve a lucir un semáforo verde y el consenso le otorga un potencial del 12% hasta su precio objetivo en los 18,8 euros por título y nadie ha rebajado su recomendación por el anuncio de CaixaBank de vender su participación. En todo caso, quien haya esperado a que los analistas otorgasen este consejo a la petrolera se ha perdido un rally importante por el camino: desde los mínimos marcados en el arranque del año 2016 los títulos se han revalorizado un 109%. Aún así, cotiza a un multiplicador de beneficios de 2019 de 8,9 veces, un descuento del 25% frente al sector.
Cuando en el mes de junio la petrolera actualizó su hoja de ruta hasta 2020 -con un ojo puesto en la transición al negocio eléctrico-, los objetivos marcados por Repsol se situaban muy por encima de las previsiones que manejaba en aquel momento el consenso y muchos calificaron su plan de ambicioso. Sin embargo, de la mano de un barril de Brent que ayer rompía otra vez la barrera de los 80 dólares -situándose en máximos de 2014, ver página 26- los analistas han tenido que ir subiendo sus estimaciones hasta situarlas en línea con las expectativas de la propia compañía.
Desde junio las previsiones de beneficio para el periodo 2018-2020 han aumentado un 18%. De este modo, el consenso ha pasado a esperar un beneficio de 2,02 euros por acción, en línea con el objetivo fijado por la petrolera de 2 euros incluso con el petróleo en 50 dólares. Asimismo, la previsión de flujo de caja operativo ha crecido un 7%, hasta situarse en los 6.544 millones de euros, en línea con el objetivo de la firma.
"Con los precios del petróleo más altos beneficiando a su negocio de exploración y producción y una perspectiva relativamente atractiva para los márgenes de refino en Europa el entorno parece extremadamente positivo para Repsol", destacan desde Berenberg.
De la deuda al dividendo
Uno de los principales motivos por los que el mercado castigó fuertemente a Repsol después de comprar Talisman fue por el elevado endeudamiento que alcanzaba la compañía, que le dejaba al borde de perder el grado de inversión. Para atajar este problema la dirección de la empresa decidió rebajar dramáticamente los costes en la división de producción y controlar los niveles de inversión. Esta táctica redujo sustancialmente el endeudamiento y la venta de su participación en Naturgy la ha dejado como una de las firmas menos apalancadas de la industria.
En concreto, los analistas esperan que la ratio deuda/ebitda de la compañía se sitúe en las 0,6 veces en 2020, por debajo del objetivo de 0,7 veces de la compañía y en línea con lo que se espera para el resto del sector. "Tiene una de las ratios de apalancamiento más bajas entre las grandes petroleras de la región y está emergiendo de la crisis vivida por el crudo en una posición muy sólida", concluyen en Berenberg.
Precisamente, lograr embridar su deuda era clave para que Repsol pudiese volver a retribuir a sus accionistas sin la dilución que supone el pago en scrip, una fórmula que comenzó a emplear en julio de 2012 y con la que ha aumentado el número de acciones en circulación un 30%. La diferencia es que ahora la cotizada se ha comprometido a recomprar las acciones que emita y, además, ha prometido incrementar su dividendo hasta alcanzar el euro por acción en 2020 -frente a los 0,9 euros que repartirá con cargo a este año-. Con estos números, la rentabilidad por dividendo de Repsol en 2020 superaría el 6%, frente al 4,75% de media del sector y los analistas creen que incluso tiene margen para mejorar su retribución: "Llevar a cabo más recompras aparte de las hechas para neutralizar el scrip generaría potencial y sería creíble por las expectativas de inversión en bienes de capital y por un balance desapalancado", señalan en JP Morgan.
Combustible más limpio
Otro punto que ha mejorado la visión de los analistas sobre sus títulos es la regulación de la Organización Marítima Internacional que exige que en el año 2020 los barcos reduzcan sus emisiones de azufre, una revolución para la que está en una posición ventajosa: "La calidad del refino de la compañía la convierte en un claro beneficiario a medida que el mercado se posiciona ante posibles perturbaciones en el mercado en los próximos años ante la nueva regulación", destacan desde JP Morgan.