Bolsa, mercados y cotizaciones

'Comprar la caída' empieza a ser peligroso: las bolsas se enfrentan a un entorno deteriorado

Comprar en las caídas. Foto de Dreamstime

Durante los últimos años, el crecimiento económico global ha mostrado gran sincronización. Esta salud económica y los buenos resultados empresariales han sido el argumento de los expertos para aconsejar 'comprar las caídas' cada vez que las bolsas corregían. Cualquier evento que generaba turbulencias se podía aprovechar para comprar renta variable más barata confiando en un entorno sólido y estable que devolvería a las cotizaciones  al punto de partida. Sin embargo, ahora las caídas en bolsa podrían estar causadas por algo más que ruido. Los riesgos son claros, los aranceles son un hecho, la ralentización de algunas economías es una realidad y la bolsa de la segunda economía del mundo ha entrado en un mercado claramente bajista. Comprar la caída puede ser como intentar agarrar un cuchillo en plena caída.

Mohamed El-Erian, economista jefe de Allianz, destaca en una opinión publicada en Bloomberg que "los mercados financieros han sido capaces de ignorar las repercusiones de los acontecimientos políticos y de geopolítica durante mucho tiempo. Ahora, parecen mucho más sensibles a las posibles perturbaciones que estos eventos podrían causar al crecimiento y a los beneficios empresariales, y con buena razón: las amenazas parecen estar extendiéndose y los puntos fuertes ahora son más débiles".

Esos puntos fuertes de los que habla El-Erian ahora no lo son tanto. Varios factores macroeconómicos que en el pasado han apoyado los fundamentales de la renta variable ahora están desgastándose. A modo de resumen, salvo EEUU, todas las regiones importantes están un poco peor. En el caso de la Eurozona, el crecimiento parece haber toda techo y el propio Banco Central Europeo ha revisado a la baja las estimaciones de crecimiento para este año desde el 2,4% hasta el 2,1%, mientras que en 2019 y 2020 el PIB seguirá perdiendo fuerza. 

"La nueva situación macroeconómica debilita la que había sido una fuerte y estabilizadora mentalidad de 'comprar la caída', abriendo una mayor posibilidad de sobrerreacciones técnicas, particularmente en segmentos que enfrentan desequilibrios"

La Eurozona ha comenzado a perder ritmo y sin embargo los tipos de interés no se han movido del 0%, con una tasa sobre los depósitos congelada en el -0,4%. Además, se espera que los tipos no suban hasta la segunda mitad de 2019. Esta laxitud del BCE ha castigado sobremanera a los bancos que tenía unas expectativas más ambiciosas sobre el futuro de las subidas de tipos. El sector bancario y las bolsas del Viejo Continente lo han notado. 

Además, la economía tiene que seguir el proceso adaptación a un nuevo entorno sin estímulos. La Fed ya comenzó a reducir su balance. Hoy mismo, el banco UBS asegura que en dos años habrá reducido su tamaño en un billón hasta los 3,5 billones de dólares, mientras que el BCE anunció hace unas semanas el final de su programa para diciembre. Por si esto fuera poco, el petróleo no va a ser un aliado de los países importadores netos como lo fue en 2015, 2016 y 2017.

Por otro lado aparece el 'infierno' que están viviendo algunos emergentes por sus desequilibrios internos y la fuerza del dólar. En este grupo aparece China, que más que por la fortaleza del dólar (que también) ha acumulado durante años grandes niveles de deuda a nivel corporativo y de ciertas entidades locales, viviendo lo que ha sido catalogado por Citi como el boom de crédito más largo de la historia. Ahora la bolsa de China ha entrado en un mercado bajista y ha caído a mínimos desde verano de 2016, mientras que el crecimiento de la economía se está ralentizando. 

Es decir, el crecimiento global sincronizado corre el riesgo de dejar de ser global y sincronizado. Las empresas que tienen fuerte presencia en los emergentes (algo que fue muy positivo hace unos años) pueden sufrir por la inestabilidad en esos países y el derrumbe de sus divisas. En el caso concreto de China, la tendencia de su bolsa y el enfriamiento de la economía puede reducir el apetito del mayor importador de materias primas del mundo. A todo esto hay que sumarle el auge del proteccionismo, que puede ser la chispa que prenda la mecha.

El proteccionismo y una posible guerra comercial ponen la 'guinda' al deterioro de los fundamentales que se vienen produciendo en los últimos meses

Ya en las últimas sesiones, el nerviosismo en las bolsas se debe en gran parte a la reacción a la decisión de la Administración Trump que ahora piensa imponer límites a las inversiones corporativas chinas en empresas tecnológicas estadounidenses y, lo que se podría ampliar a otros firmas más allá del gigante asiático. Esta postura más 'belicista' viene precedido de un período de crecientes tensiones que han llevado a China y Europa a tomar medidas de represalia para contestar a los aranceles impuestos por Estados Unidos. No obstante, según explica El-Erian esta respuesta "ha aumentado la probabilidad de otra ronda de medidas proteccionistas por parte de EEUU".

Tres factores principales explican la mayor sensibilidad de las acciones y otros activos de riesgo después de un período prolongado cuando los mercados financieros ignoraron confiadamente los factores políticos y de geopolítica.

"Los mercados ya no se tranquilizan con el argumento del crecimiento global sincronizado. Hay una buena razón para ser más cauteloso y crítico: con la notable excepción de EEUU, el impulso de crecimiento ha comenzado a debilitarse, y no solo en Europa, donde los indicadores ya están bajo presión. En China durante el fin de semana, el banco central anunció una flexibilización de los requisitos de reserva para los bancos destinada a reforzar la actividad económica interna".

Por otro lado, "las medidas de ajuste de la política por parte de la Reserva Federal y la reciente ausencia del tranquilizador lenguaje destinado a contener la volatilidad de cualquiera de los bancos centrales importantes, los inversores se han dado cuenta de que los precios de los activos financieros ya no pueden seguir dependiendo de los mismos respaldos de liquidez e interruptores automáticos, incluso durante episodios de mayor volatilidad".

"Esto debilita la que había sido una fuerte y estabilizadora mentalidad de 'comprar la caída', abriendo una mayor posibilidad de sobrerreacciones técnicas, particularmente en segmentos que enfrentan desequilibrios tales como los mercados emergentes", sentencia el economista jefe de Allianz.

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