El pequeño inversor conservador es consumidor de bolsa especialmente por el atractivo por dividendo. La recuperación económica, acompañada de un cierto castigo a la bolsa española como mercado de proximidad de Latinoamérica, dejan al Ibex como un índice en el que cazar retribuciones muy por encima de otros.
De la mitad para arriba de la Liga Ibex de elEconomista, las únicas cuatro retribuciones que superan el 5 por ciento son las de Iberdrola, Telefónica, Repsol y Endesa. La pregunta que hay que hacer siempre después de un alto dividendo es si es sostenible. Como dice el relaciones con inversores de una de las tres implicadas, "un dividendo alto es como el anuncio de los neumáticos, tiene que ser fiable, porque la potencia sin control no sirve de nada". En los cuatro casos, la continuidad del dividendo a medio plazo no ofrece dudas, y es una defensa natural frente a posibles caídas en bolsa. A mayor jardazo, mayor retribución. Pero también en los tres últimos casos hay que poner en duda si en cinco años se incrementarán los beneficios hoy generados.
Repsol, que acaba de presentar su plan estratégico 2018-2020, se reconfirma como la petrolera europea más barata por lo que cuesta comprar sus beneficios, con un PER por debajo de 10 veces. La compañía vive un momento almibarado después de años de hieles. Con el petróleo a 50 dólares de media podría pagar el 70 por ciento del dividendo en metálico –el scrip actual ya es del bueno y se amortiza–. Los noventa céntimos se convertirán en un euro, y dependiendo de las inversiones que se hagan, hasta algo más. Con el cumplimiento del plan estratégico, Repsol se irá a más de 3.000 millones de beneficio, 500 más de lo esperado ahora. El temor en la petrolera pasa por su transformación eléctrica, porque a la cabeza viene siempre la capacidad que tiene de pegarse un tiro y resucitar (YPF, Anadarko...).
Endesa para muchos es la vaca lechera que Enel ordeña hasta la última gota que gana. Con una rentabilidad por dividendo superior al 7, las dudas surgen en cómo las decisiones de los futuros ministros de Energía impactarán en el beneficio de una regulada. La falta de visibilidad se abre a partir del 2020, y de cómo se construya el proceso de desnuclearización. Pese a la jibarización que Enel sometió a Endesa, confinándola en la Península, negocio no le falta para ganar entre 1.400 y 1.500 millones. A los que puede sumar más si optimiza una de sus especialidades: comprar en el mercado regulado la energía que se queda corta produciendo, para dar luz a sus clientes. En años buenos le da 200 millones de beneficio.
Telefónica y dividendo es hablar de me-lancolía en bolsa. Mejoras de la retribución no se esperan, y quien lo piensa hace mal los números. Pero obliga a recaer en el mismo pecado, porque Telefónica se compra en bolsa pagando menos de diez años por sus beneficios futuros.